El amor a Jinámar hecho Belén

La Iglesia de la Concepción de Jinámar acoge en su interior una nueva obra de arte. No proviene de países lejanos, como antaño. Esta maravilla tiene origen local o de kilómetro cero, como se dice ahora. Se trata de un Belén realizado de manera artesanal por un grupo de personas autodidactas, “nacidas y criadas en Jinámar” que, además, cuenta con la peculiaridad de estar inspirado por completo en este pueblo de Telde.

Ubicado en la parte izquierda del templo, el Nacimiento permanece custodiado por algunas de sus creadoras. “Se supone que tenemos que hacer turnos pero, al final, siempre nos vemos aquí más de las que tendríamos que estar”, afirma María del Mar Tejera. En el momento en el que se realiza este reportaje, a Tejera la acompañan Inma Torres, María del Carmen Hernández Santana, Inocencia Rivero y Rosa Santana. Minutos después se incorporaría Paco Rivero, pintor de profesión y encargado de la realización de las casas del Belén.

El Nacimiento

Lo primero que llama la atención al observar la obra es su tamaño, pues las dimensiones son considerables, aunque los artistas no tienen la misma impresión. “A nosotras se nos quedaron cosas atrás por falta de espacio”. Esto se explica porque al no querer hacer un Belén típicamente canario, sino representativo de Jinámar, la pretensión era abarcar el mayor número de elementos patrimoniales e históricos posible. Destacan la Montaña Negra, con su cruz en la cima, y edificaciones perfectamente identificables, como la casa que acogía el Bar Rivero o la morada de los peones camineros. 

Asimismo, hay lugar para el Pozo y Molino de Juan Naranjo, con su gañanía y, por supuesto, para la Noria, que se presenta con los bueyes dando vueltas en la parte superior. “Ésta fue la estructura que me resultó más complicada de hacer”, indica Paco Rivero quien, para darle la forma apropiada, tuvo que documentarse con fotografías. “La primera casa que fabriqué fue la del caminero y las últimas fueron las cuarterías, pero todas las hice con el mismo cariño”.

Importancia al detalle

Rosa Santana toma la iniciativa a la hora de mostrar y explicar el Belén (que también cuenta con un panel informativo, ubicado al inicio, sobre cada uno de los elementos más relevantes). Mientras cuenta la historia de las casas de Juanito el Pastor o las Guirruchas, se toma un tiempo especial para hablar con detenimiento sobre el hogar de las Herreras. “Se trata de una casa-cueva. Esa casa siempre tenía la puerta abierta de par en par – dice con añoranza – y lo que veíamos desde la calle era una cortina del interior. Nos volvimos locas buscando una tela que fuera igual a esa cortina. ¡Pues la conseguimos! ¡Mírala! ¡Se ve igual que lo que nosotras veíamos!”, explica con una sonrisa de satisfacción.

Y es que en este Belén, aparte de trabajo e ilusión, se percibe la enorme cantidad de cuidado en el detalle. El simple hecho de haber realizado las piezas de manera artesanal ya da prueba de ello. “Las cestas en las que se presenta el pan están elaboradas con latas de atún forradas con hilo carreto”, los longorones son granos de arroz pintados (cada pescado tiene un ojo azul), los plátanos se hicieron uno a uno… “Llevamos desde finales de enero trabajando en el patio de la Iglesia. El párroco don Ricardo colaboró con nosotras desde el principio cediéndonos el lugar y se ha portado maravillosamente. Veníamos a trabajar de domingo a viernes, desde las 4 hasta las 9 o las 10. Hemos hecho un trabajo muy minucioso, no sólo realizando las estructuras, sino también la flora, las ropas, mezclando los colores hasta obtener la tonalidad más realista, por ejemplo, para los tunos indios o las uvas, haciendo las cestas, los tomates… Por lo general, las mujeres somos más detallistas”.

Este trabajo minucioso se aprecia en los quesos (tiernos y de pimentón), en la textura del pan, en las támaras que cuelgan de las palmeras, así como en las ropas puestas a secar al sol y cogidas con piedras para que no se vuelen. En este Belén no hay nada al azar. “Todo ha sido documentado con fotografías antiguas o tirando de nuestra memoria, sobre todo de la de Mari Medina, que es la más mayor”.

Elementos que dan identidad

Las artistas quisieron representar en este Nacimiento el patrimonio de Jinámar “y lo que, para nosotras, tiene historia”, por ello, no pudieron dejar atrás elementos tan significativos como la escultura que rinde homenaje a la fiesta de la caña dulce, obra de Ana Luisa Benítez, y que, por sus características, encargaron a una ceramista. “Esta figura sí se tuvo que mandar a hacer, así como los toros, que son artesanales, y los fuimos a comprar a Sevilla”.

El Belén cuenta, además, con una figura que representa al vecino Jorge Hernández (el machango). “Jorge se sube todos los años a las palmeras y coge las hojas para las carretas de las fiestas. Tenía que estar aquí”. Según palabras de Rosa Santana, se trata de la única figura de plástico que compone el Nacimiento. “Tenía que ser así porque necesitábamos que fuera articulado. Compramos el muñeco en el mercadillo, Mari Medina le hizo la ropa de canario y lo vestimos”. 

Pero si hay un edificio que acapara todas las miradas, incluso más que la propia Noria, es el almacén del Quinto. Esa estructura, que no existe en la actualidad, permanece grabada a fuego en la memoria colectiva del pueblo de Jinámar. El derribo de la nave es una herida que no acaba de cicatrizar entre los habitantes del lugar. “Mucha gente se emociona cuando entra a la Iglesia y ve el almacén del Quinto. De hecho, una mujer vino desde Teror, expresamente para verlo en el Belén. Ella fue una trabajadora de la empresa y salió llorando de la emoción”, relata Santana. Al relato se suma María del Carmen Hernández Santana, “¿Tú sabes cuántas familias comían de ese almacén de empaquetado de tomates? ¿Cuántas madres solteras? Aguantamos ahí dentro todo lo que pudimos y al final lo tiraron abajo… ¡Para nada! Lo podían haber dejado para darle un uso cultural, aunque fuera”.

Acogida del público

El grupo que ha realizado este Belén se muestra encantado con la reacción de los visitantes. “Está siendo espectacular”. Además de los propios vecinos, aseguran que se han acercado belenistas, entre ellos, el de San Gregorio. “Se quedó loco. Nos dijo: Díganme la verdad, ¿ustedes nunca hicieron un Belén?” Los visitantes que se encontraban en ese momento en el interior de la Iglesia mostraban su satisfacción con el Nacimiento, sobre todo porque “lo ves y sabes que se trata de Jinámar, es identificable”. María del Mar Tejera asegura que ellas mismas están sorprendidas de que haya salido “así de bonito. Llevamos un año trabajando y los últimos 15 días fueron a contrarreloj.” “Salió mejor de lo que pensamos”, asevera Inma Torres.

Planes de futuro

Aunque en la Iglesia el horario de visita al Belén que consta es semanal y, por tanto, sólo aparecen hasta este domingo, 4 de enero, el párroco les dijo que el Nacimiento podrá visitarse hasta después de Reyes. En ese momento tocará desmontar, no así descansar, pues ya están dándole vueltas a cómo será el del año 2026. “Queremos hacer una segunda edición, incluyendo sorpresas”.

Desconocemos si se podrán añadir elementos tan emblemáticos como la Casa de la Condesa o la Sima pero, este grupo conformado por 15 amigas (11 mujeres y 4 hombres) demuestra que, cuando las cosas se hacen con amor, se crea arte. Porque aquí no se encuentra sólo un compendio de figuras. En este Nacimiento está el fruto del compañerismo, la unidad, el trabajo, el esfuerzo, la constancia y, sobre todo, de un profundo amor a un pueblo, a su historia y a su gente. Eso es el Belén de Jinámar.

Galería de fotos del Belén de Jinámar