
Corrían los años sesenta del pasado siglo XX, Los Planes de Desarrollo ideados por los ministros tecnócratas del Opus Dei, lanzaban la hasta entonces autárquica economía española a alcanzar cotas de producción hasta ahora imaginables, ni por los más acérrimos defensores de la Dictadura. Atrás quedaban años y años de incertidumbre.
La Guerra Civil había concluido el 1 de abril de 1939, pero sus secuelas, tanto sociales-políticas como
económicas persistían. A pesar de la autopropaganda del Régimen transmitida a través de todas las fuentes de difusión, llámense éstas pulpitos, escuelas, universidades, sindicatos verticales, cines (N.O.D.O.), radios, televisión, libros de texto, obras literarias, periódicos y revistas, éstas últimas tantos infantiles/juveniles, como para adultos. Y así mismo, exponiendo abiertamente la ideología joseantoniana, en los múltiples actos que cotidianamente llevaban a cabo la Falange y la Sección Femenina, ésta última, a través de sus Cátedras Ambulantes o en los cursos de formación impartidos en sus sedes sociales. La O.J.E. (Organización Juvenil Española). Era obligatorio tener el carnet de pertenencia a la misma para utilizar ciertas dependencias y materiales deportivos, así como darse de alta en alguna federación. Y como no, la temida Guardia de Franco.
También por medio de una asignatura obligatoria en todo el Bachiller que llevaba el pomposo título de Formación del Espíritu Nacional. Hasta en C.O.U. (Curso de Orientación Universitaria) algunos tuvimos que analizar un tocho de varios centímetros de grosor titulado El Pensamiento político de Franco. En muchos centros escolares, ya fueran estos públicos o privados era obligatorio el cantar , mano en alto a la manera romana, El Cara al Sol (Esto fue más usual en las décadas inmediatas de la postguerra). Para guardar el supuesto Orden Público estaba la llamada Policía Nacional, en un primer momento apodados los grises y, algo más tarde los maderos (Según fuera el color de sus uniformes); junto con ellos la Guardia Civil, la Policía Social o Secreta, no eran sólo Fuerzas del Orden Público, sino verdaderos cuerpos de represión, alimentado por una amplia red de confidentes o chivatos que de esa manera creían posicionarse bajo el manto protector del Régimen.
La masa social, más o menos amplia, adepta a los Principios Fundamentales del Movimiento (Conjunto de leyes que constituían la base jurídica del Estado) se encontraba muy segura y hasta cómoda con tal situación. Bien distinta era la sensación común que percibían los otros: Apolíticos, Conservadores/Liberales, fueran estos últimos monárquicos o Republicanos, simpatizantes de Partidos Republicanos de Centro-Derecha (Izquierda Republicana, Radicales, Republicanos Federales, etc.), gentes que en el pasado habían pertenecido a la C.N.E.T./FAI (Anarquistas) y como no, aquellos que seguían ideologías separatistas, principalmente vascos y catalanes. De los socialistas y comunistas, se podría escribir muchísimo. Al P.S.O.E. (Partido Socialista Obrero Español) o no estaba o no se le esperaba, al menos esa era la sensación generalizada entre los españoles de a pie; aunque ahora se intente reescribir la Historia, buscando una actividad que los grandes especialistas no encuentran, hasta muy finales de los sesenta. En cambio la gran oposición al Régimen, tanto en el imaginario común, como en la verdad incontestable, fue abanderada por el P.C.E. (Partido Comunista de España) y demás fuerzas a su izquierda. Todos éstos, perdedores en gran parte de la Contienda Civil, habían sido expurgados. Muchos de ellos ajusticiados, encarcelados y digamos eufemísticamente aconsejados de que no se metieran en líos.
En Telde, todavía sonaban los ecos de la ejecución por garrote vil de Juan García Suárez, más conocido por El Corredera y, los inmensurables sufrimientos de los hacinados en el Campo de Concentración del Lazareto Sucio de Gando. Aquí la oposición al Régimen fue, más que secreta, discreta. Ciertos eufemismos fueron empleados, desde el mismo 18 de julio de 1936 para dar nombre a distintas situaciones, así los crímenes de las tristemente famosas Brigadas del Amanecer se trocaron en sacas/paseos nocturnos y, al Casa-Cuartel de la Guardia Civil se le denominó El Orfeón, en clara alusión a que todo el que era detenido y llevado allí, tarde o temprano, cantaba. En el cuartelillo de la Guardia Municipal, también se aplicaban ciertos métodos calificados de didácticos con aplicación de ciertas medidas coercitivas y por supuesto, con igual uso de la violencia que en el viejo edificio de la Benemérita, sito entonces en la Calle Carreñas, hasta su traslado a las nuevas dependencias de la calle Pintor José Arencibia Gil.
Todas estas situaciones o circunstancias aparentemente fueron, aparentemente, amainando a partir de la segunda mitad de los años sesenta y, hemos dicho aparentemente, pues el leve barniz conciliador, no fue otra cosa que una acción de pura cosmética. Esto viene demostrarse por los picos de violencia institucionalizada que afloraban cada vez que el Régimen se veía en apuros (Atentados, cada vez más numerosos y sangrientos de la organización terrorista ETA, los brotes igualmente horrendos de el movimiento catalán Terra Lliure. Las huelgas de trabajadores o de estudiantes fueran éstas generales o no…).
A un largo periodo de reconstrucción de pueblos y ciudades que habían sido parcial o totalmente destruidos durante la Guerra Civil (Años cuarenta, cincuenta y principios de los sesenta), se le suma un ambicioso plan para llevar el agua de riego a amplias comarcas peninsulares. La inauguración, casi constante de presas o embalses de diferentes capacidades. Se habla de más de 500, algunos estiman unos 1.200 en total. Otros eran antiguos proyectos de la Dictadura de Primo de Rivera y la II República, que en algunos casos tuvieron que ser reubicados o ampliados. Además de potenciar la agricultura, también traían aparejado la necesaria autonomía de las fuentes generadoras de energía eléctrica, a través de los saltos de agua. Desde finales de los cuarenta y durante las dos décadas siguientes, el N.O.D.O., nos tenía sobradamente informados de todas las inauguraciones, así como del llamado Amplio Proyecto de Mejora y Reforma de la Red Viaria Nacional, en donde los túneles, puentes e inicio de autopistas, venían a demostrar la presumible modernización del país. Los acueductos y canales sirvieron para llevar a cabo unas acciones niveladoras de los de los recursos hídricos, tal fue el caso del famosísimo Trasvase Tajo-Segura, que unía las aguas almacenadas en la Provincia de Guadalajara (Entre Peñas y Buendía) con las huertas murcianas y valencianas. Después, y gracias a la ardua labor de los investigadores de la Historia, hemos sabido que muchas empresas de construcción adjudicatarias de esos magnos proyectos, utilizaron mano de obra de los presos políticos, sacados de campos de concentración y cárceles bajo la promesa de redimir sus penas. Creando grandes fortunas entre contratistas y demás empresarios afines a la Dictadura. Algunos de éstos para colmo fueron ennoblecidos con Títulos de Castilla, tales como: Marqueses, Condes, etc.
Si esa era la política desarrollista del Régimen en suelo peninsular, pronto los Cabildos Insulares Canarios pidieron a Franco un Plan Especial para nuestro Archipiélago. En la petición enviada al efecto se reconoce que los daños ocasionados por a Guerra Civil eran nulos para esta región atlántica española, toda vez que era bien sabido que aquí no hubo guerra como tal. Mas, el atraso sistemático, en las que estaban sumidas por entonces las Islas y, sus faltas, más que evidente de infraestructuras, tanto al nivel urbano como rural, hacían del todo necesario una rápida y radical acción. Así se creó el llamado Mando Económico de Canarias, que se puso como no, bajo el mando supremo del Capitán General de las Islas, General García Escames. Fue durante los años cincuenta y sesenta cuando crece la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria con sus barriadas populares de Schamann, Las Escaleritas, Las Rehoyas Altas y Bajas, El Polvorín… A esa política habitacional se le dio nombre muy propagandístico al denominarlo Patronato de La Vivienda Francisco Franco, que sobre todo cuando se acercaban los 25 años del fin de la contienda Civil aceleró la construcción y entrega de muchas viviendas de Protección Oficial.
Desde muy principios de los cuarenta, bien por iniciativa privada o del Cabildo Insular, así como por el Ministerio correspondiente del Gobierno Central, se llevaron a cabo un buen numero de presas que, en nuestros profundos barrancos, guardaran como verdadero tesoro el agua que las escasas lluvias vertían en las cumbres de la Isla.
En Telde los alcaldes fueron, desde el 18 de julio de 1936, don Manuel Álvarez Peña, don Diego Hernández Benítez, don Miguel Benítez Torres don José López Jiménez, don Manuel Déniz Sánchez, don Luis Castro Álvarez, don Juan Diego Navarro Medina, don Juan Ascanio González, don Manuel Álvarez Cabrera, don Sebastián (don Chano) Álvarez Cabrera. Y finalizando la década de los sesenta, don Manuel Amador Rodríguez (Los últimos alcalde del franquismo, ya en la década de los setenta fueron: Don Agustín Florido Suárez, don Alejandro Castro Jiménez y don Carmelo de la Nuez Calderín). Todos ellos se esmeraron sobremanera en hacer avanzar su ciudad, a pesar del escaso dinero con que contaba entonces las arcas municipales. Y, créanme, yo que he estudiado concienzudamente las Actas de los Plenos Municipales de entonces, no he encontrado ni un atisbo de dejadez o abandono en esa lucha por alcanzar las mayores cotas de salud pública y bienestar social. Utilizando los fondos del Mando Económico de Canarias se llevaron a cabo con notable éxito las siguientes acciones: A) Mejora de las entradas a la ciudad por la carretera Las Palmas-Telde y la de El Ingenio-Telde, una a la altura de El Puente de los Siete Ojos-Iglesia Hospitalaria de San Pedro Mártir de Verona y, la otra en pleno inicio de la Cuesta de Lomo del Cementerio (Cerca del Barranco de La Rocha). Allí se levantaron muros ajardinados en forma de parterres, otros coronados por almenas y tejas así como se erigieron sendos monolitos con los escudos de Falange y de la propia ciudad, todo ello diseñado en un estilo neocanario por el artista integral José Arencibia Gil. El mismo que diseñara la reforma de la Plaza de Arnao, por entonces conocida por Parque de León y Joven, queriendo olvidar su denominación republicana, actualmente en uso de Franchy Roca. El mismo pintor-escultor-urbanista diseñó la gran reforma de la Plaza de Los Llanos, junto a la Iglesia Neoclásica de San Gregorio Taumaturgo, en donde sus líneas barrocas perimetrales se aúnan con un kiosco para la música del más puro estilo neocanario. Fue Arencibia Gil quien puso su talento a la hora de homenajear a doña Rafaela Manrique de Lara, creando una pequeña plaza ajardinada, presidida por un enorme catafalco mortuorio presidiéndola en su parte central, hoy tristemente demolido y sustituido por un busto de la antes mentada doña Rafaela, realizado por el escultor galdense Juan Borges Linares.
Plausible fue en su momento la instalación de más de una treintena de los llamados Pilares de agua potable, que vinieron a acercar el preciado líquido a los diferentes barrios teldenses, ya que la red domiciliaria solo era una tímida iniciativa en manos de particulares de clase media y alta. La luz eléctrica llego a buena parte de la geografía municipal gracias a la iniciativa de UNELCO, ésta había arrebatado las viejas concesiones que en los albores del siglo XX se había concedido a don Juan Rodríguez Quegles. En el primer lustro de los sesenta, se abren en canal casi la totalidad de las calles de los barrios de Los Llanos de San Gregorio y San Juan para, en profundas zanjas, instalar las tuberías de cemento dedicadas a cloacas para evacuar baños y demás aguas negras.
Coincidiendo con todo ello, llegó a la Isla de Gran Canaria un proyecto revolucionario para la salud pública, como fue la creación de numerosos ambulatorios de la Seguridad Social. En Telde se inaugura el llamado Ambulatorio de San Juan, en los solares que mucho antes, había ocupado el antiguo Hospital de la Curación o de San Pedro Mártir de Verona. Esta gran obra fue llevada a cabo por toda solvencia por la empresa TERMA, cuyo representante en Canarias fue don Domingo Pérez Moreno, fundador, entre otros, de la empresa Pérez Moreno S.A. Son también obras de aquella empresa los edificios que albergarían la Normal de Magisterio, La Escuela de Peritos Industriales, el Instituto Isabel de España, así como un buen número de los ya mentados ambulatorios de la Seguridad Social.
En la década de los cincuenta, se erigieron las primeras casas de protección social, junto a la carretera que va desde Telde a Valsequillo, a la altura de la Ermita de San José de Las Longueras. Eran casas de una sola planta con espacios ajardinados en su fachada principal y patio trasero. Algo más tarde se construyeron los primeros bloques o edificios plurifamiliares, empezándoseles a llamar Las Casas Baratas. Éstas se encontraban al otro lado de la misma carretera y en frente del Matadero Municipal, edificio este último que se rehabilitó y amplió, entonces. También se llevaron a cabo las construcciones del Centro Escolar público León y Castillo de la Urbanización Ascanio, que venía a paliar la urgente falta de aulas en el popular Barrio de Los Llanos, que experimentaba por entones un apabullante crecimiento demográfico. Así mismo, Marrero Regalado el prestigiosísimo arquitecto tinerfeño diseñó un bellísimo edificio para Mercado Municipal. Su estilo neocanario influiría notablemente en todos los edificios colindantes, pena que ya muchos de ellos no existan o hayan sido radicalmente transformados.
A finales de esta década y durante todos los años sesenta se llevaron a cabo la construcción de un numeroso número de colegios públicos, situados todos ellos en barrios de la periferia. Así fueron agraciados El Calero, La Pardilla, Jinámar, Las Huesas, La Breña y Cazadores, además de El Valle de Los Nueve, Lomo Magullo, Lomo del Cementerio, etc. En el centro de la ciudad en los extremos de los barrios de San Francisco y San Juan, se levantaron dos colegios: Poeta Fernando González y San Juan, al que se les unió, lustros más tarde, el Plácido Fleitas.
La actividad educativa y formativa de adultos comenzó a enmendarse gracias a la valiosa aportación de Radio ECCA, Fundación de la Compañía de Jesús (Jesuitas) con el apoyo incondicional de la Señora Marquesa de Arucas y otros benefactores privados. Podemos contar por miles las personas que, dejando atrás el analfabetismo, llegaron a adquirir diferentes niveles culturales y en muchos casos concluir estudios superiores y hasta universitarios.
Atrás quedaban muchas de las miserias de la inmediata posguerra civil como la utilización de la Cartilla de Racionamiento, en donde las cantidades eran cotejadas por número de miembros familiares. Así, el café, aceite, arroz, lentejas, judías, garbanzos (En Canarias, garbanzas), azúcar (De remolacha nacional) y, pan negro (En el caso de nuestro Archipiélago se incluía también el gofio), era motivo de no pocas colas y en ellas las consabidas discusiones, surgidas por la envidia o la codicia de algunos.
En Telde esos repartos se llevaban a cabo en las diferentes tiendas de aceite y vinagre. Y en algún que otro almacén de los llamados de venta a por mayor. Los trapicheos con precios y medidas, popularmente se les calificaba de estraperlo. Política económica de los sin escrúpulos, que a base del miedo a protestar, hicieron rico a más de uno.
Al principio de la Calle Ruiz por la Planta de La Luz, trabajaba denodadamente por la justicia social, haciendo una gran y meritoria labor, jamás suficientemente agradecida, doña Carmen (Carmita) Ojeda Amador, en el denominado Auxilio Social, popularmente conocido como La Gota de Leche. Allí se repartía ecuánimemente la leche, bien en líquido (Cabra y vaca) o en polvo, esta última a partir de 1953-54 (Resultado efectivo de los tratados entre los Gobiernos de la Dictadura y el de los Estados Unidos de Norteamérica, que también llevó aparejadas las instalaciones de varias bases militares estadounidenses, así como el apoyo decisivo de aquel país para la entrada del nuestro en la O.N.U.), en que comenzó a llegar la ayuda norteamericana. Pero mucho antes, desde los primeros años de los cuarenta y hasta la fecha anteriormente mentada, se donaban latas de leche condensada para aquellas madres que estaban criando hijos a sus pechos o tenían algún niño afectado de tuberculosis, enfermedad ésta endémica en nuestra comarca teldense.
Ya al principio del presente artículo, mentamos de pasada a la Sección Femenina de Falange. En el párrafo anterior hemos comentado una de las tantas acciones llevadas a cabo por una destacada miembro de sus filas. No son pocos los Cronistas Oficiales, historiadores locales y nacionales que han juzgado muy positivamente la labor social llevada a cabo por estas mujeres, que se entregaron en cuerpo y alma a la promoción de las féminas, a través de las Cátedras Ambulantes, recorriendo España de punta a punta enseñando a rescatar los más diversos oficios, usos y costumbres, así como a implantar nuevas fórmulas dietéticas e higiénico-sanitarias, promoviendo las artesanías propias de cada lugar y haciendo de ellas medios de vida. Destacaremos aquí el cuidado de la infancia, los cursos de alfabetización, el rescate de letras, músicas y bailes folclóricos, así como la iniciación a la gimnasia y al ejercicio físico entre las jóvenes. En muchos pueblos y ciudades se llevaron a buen fin la obtención de diplomas acreditativos de conocimientos de mecanografía y taquigrafía, estos últimos tan necesarios para lograr el pleno empleo de las nuevas generaciones. Su labor fue ingente, debido al estado de abandono en el que tradicionalmente se encontraban las clases más populares. En Gran Canaria tenemos un ejemplo claro de esa labor del rescate y divulgación del folclore en La Agrupación de Coros y Danzas de El Ingenio.
Hasta aquí, esta primera entrega del presente artículo en el que hemos hecho un somero análisis de los largos años de la posguerra civil, trayendo hasta estas páginas situaciones comunes a todos los territorios del Estado Español y más específicamente lo que ocurría en Telde y su comarca, que como es obvio, conocemos por la propia experiencia de nuestros allegados y familiares, cuando no por nosotros mismos. En la segunda parte desarrollaremos otras vivencias testimoniales de la España de aquel entonces, concretando más el tiempo de nuestra contemporaneidad, es decir, el último lustro de los cincuenta y la década de los sesenta, dejando para más adelante el relato histórico del final del franquismo y la posterior transición política hacia la democracia, ocurrido todo ello en los setenta y muy principio de los ochenta.
Antonio María González Padrón es licenciado en Geografía e Historia y cronista oficial de Telde.











Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.107