Tyldet celebra los 100 años de El Tabaibal (Telde)

La Sociedad Cultural y de Recreo El Tabaibal, en el barrio teldense de San Antonio, vivirá este domingo a las 19.00 horas uno de los actos más significativos de su programa por el 100 aniversario: la actuación especial del colectivo cultural Tyldet, que presentará su obra El Centenario, una pieza creada para rendir homenaje a la memoria y al legado de la entidad fundada en 1925.

Cita con la tradición
La organización ha hecho un llamamiento a los asistentes para que acudan con cachorro canario, como guiño a las raíces isleñas que han acompañado a la sociedad a lo largo de su historia. La entrada será gratuita hasta completar aforo.

Un siglo de vida social y comunitaria
El acto, patrocinado por el Cabildo de Gran Canaria, busca poner en valor el papel de El Tabaibal como espacio de encuentro vecinal, actividad cultural y dinamización social durante un siglo completo, desde su fundación hasta la actualidad.

Tyldet y la memoria colectiva
La Asociación Cultural Tyldet, con larga trayectoria en el ámbito patrimonial y antropológico, ha preparado para la ocasión una propuesta escénica que repasa la evolución de la vida comunitaria, los oficios tradicionales y los vínculos sociales construidos en torno a la histórica sociedad del barrio.

El evento se perfila como uno de los momentos más emotivos del calendario conmemorativo, una cita abierta a toda la ciudadanía que desee sumarse a esta celebración histórica.

Por su centenario

Por Javier Falcón Quintero

Faltaba poco para que el otoño entrase en nuestro pueblo. Mi padrino con cachorro y yo con catorce años, subimos a quitar las hojas caídas de los árboles de la plaza para que no taponasen los desagües. Pero el viejo tejado cedió a nuestro poco peso y allí quedó durante días un agujero hacia el cielo. Afortunadamente, un falso techo evitó que llegásemos al suelo y lo pudimos contar como lo hago ahora. Aquella noche, los socios pudieron ver la luna sin necesidad de salir a la calle. Entonces la Sociedad estaba en un salón que pertenecía a la casa de mi familia, sólo los separaba un tabique que no insonorizada ni el "envío" del juego de cartas ni el golpeo de la bola blanca del billar contra la negra. Pero eso fue a finales del siglo pasado. Ni yo soy ya un adolescente ni aquel cachorro, también negro, tiene quien lo use.