
Algo está ocurriendo en estos tiempos con la creciente intervención del político en nuestra institución, entrando donde nunca antes se había atrevido a entrar.
Durante cuarenta años caminamos juntos, cada cual en el puesto que le correspondía —zapatero a tu zapato—, y así la Lucha Canaria pudo desarrollarse con estabilidad, orden y respeto mutuo. Sin embargo, hoy vemos cómo se traspasan límites que siempre fueron sagrados.
El problema es evidente:
Hoy están unos dentro de nuestras instituciones y llegan con cantos de sirena, pero mañana se irán, porque su presencia no responde a las normas estatutarias que rigen nuestro sistema interno y nadie podrá exigirles responsabilidades cuando se marchen, vendrán otros, que pretenderán intervenir con los mismos supuestos derechos que los anteriores. Porque el político está hoy aquí y mañana en otro sitio; y, como dice el refrán, “si te vi, no me acuerdo”.
Esa volatilidad hace aún más peligrosa su injerencia en un deporte que se sostiene sobre la tradición, la honradez y la continuidad, pero sobre todo en el respeto estricto a sus Estatutos y Reglamentos, porque esto no es —ni será nunca— la finca particular de nadie.
No fracasan las políticas; fracasan los políticos, movidos por ese afán desmedido de querer dominarlo todo. Y esta realidad no es exclusiva del ámbito político: se repite en todos los órdenes de la vida, especialmente cuando quienes tienen la obligación de regir los destinos de nuestra Lucha Canaria se apartan del deber y de los principios que deberían guiarlos, principios por los cuales fueron elegidos conforme al foro interno de nuestras normas estatutarias.
Porque, cuando surja un problema en nuestro deporte, ya sabemos lo que ocurrirá: el político dirá “a mí que me registren”, y se irá de rositas. Y si alguien lo duda, ahí están las pruebas.
¿Dónde está hoy el político que cometió la irregularidad —según sentencia judicial— de cesar a Francisco Rivero (Franrive)?
Dicho esto:
Los hechos recientes lo demuestran. Hemos vivido situaciones que nunca debieron darse en nuestro deporte.
Hoy debe tomar posesión el presidente que fue sustituido en momento (según resolución judicial) , fue cesado por la voluntad del político de turno y no conforme a los Estatutos de la Lucha Canaria y Reglamentos que son —y deben seguir siendo— los únicos que rigen nuestras instituciones.
He aquí el verdadero problema:
Porque, cuando la legalidad interna es desplazada por decisiones externas —por la mala política—, la democracia del deporte se resiente y la dignidad de la Lucha Canaria se ve amenazada.
La verdad, la justicia, la dignidad, la honradez y nuestra propia independencia son las que nos harán libres. Porque el optimismo no se improvisa: se construye cada día, clarificando, respondiendo a quienes preguntan con sensatez y buena fe, escuchando a quien más sabe, aceptando las críticas constructivas y reconociendo incluso los errores propios.
Decía Maquiavelo:
“No te falla la gente…
Te fallas tú por no ver quiénes eran desde un principio”.
PD: Quien se sienta eludido lo siento, ya saben, cada que uno aguante su vela
José Trujillo Artiles, Barranquera IV, exluchador.























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