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Miércoles, 19 de Noviembre de 2025

Actualizada Miércoles, 19 de Noviembre de 2025 a las 18:32:45 horas

Opinión

25N- De Europa a Telde: Entre la utopía y la urgencia

Reflexión de Celeste López, concejala de NC de Telde

CELESTE LÓPEZ MEDINA 1 Miércoles, 19 de Noviembre de 2025 Tiempo de lectura: Actualizada Miércoles, 19 de Noviembre de 2025 a las 09:14:40 horas

25N- De Europa a Telde: Entre la utopía y la urgencia.

Aún estamos a tiempo

La violencia contra las mujeres no es un asunto privado ni una plaga divina o una fatalidad inevitable. Es una forma de dominación estructural, construida y sostenida por siglos de desigualdad. Europa empieza ahora a reconocerlo, pero lo hace tarde y con demasiadas cautelas.

 

En abril, el Parlamento Europeo aprobó la primera directiva común para combatir la violencia contra las mujeres. La nueva directiva europea marca el rumbo: armoniza definiciones, criminaliza nuevas formas de violencia y exige prevención, educación y protección real. Un paso histórico que obliga a los Estados a tipificar delitos como la violencia sexual, la mutilación genital o la ciberviolencia, y a recoger datos homogéneos y desagregados por sexo, relación y contexto. Por fin se asume que sin datos reales no hay políticas eficaces.

 

Hasta ahora, en buena parte de Europa, la violencia machista se ha escondido bajo etiquetas neutras —“doméstica”, “intrafamiliar”— que diluyen su raíz patriarcal. Y mientras los informes repiten que más de una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, solo entre el 14% y el 20% denuncia. No confiamos en el sistema debido a que no hay protección suficiente, y al no registrarse, no se combate correctamente y por tanto no se repara el daño.

 

España y Canarias han sido pioneras. Supimos construir marcos legales, institucionales y sociales que nos convirtieron en referente internacional. Pero, aunque esas normas y políticas marcaron un antes y un después, no han conseguido aún que la violencia contra las mujeres disminuya de forma significativa. Hay un largo trecho de trabajo pendiente: mejorar la prevención, reforzar los recursos, garantizar la reparación y transformar las estructuras sociales y culturales que siguen legitimando la desigualdad. Hace falta una voluntad política inquebrantable, presupuesto estable y suficiente y una ciudadanía alerta que no se acostumbre al horror.

 

Telde fue, durante años, símbolo de ese compromiso: una ciudad que apostó por la igualdad, que propició redes, recursos y conciencia colectiva. Por eso duele que la concejala de igualdad vuelva a traer el manifiesto del 25N al Salón de Pleno por urgencia, un reflejo de la dejadez que desarma el compromiso institucional ya consolidado con esta causa. Y duele también escuchar la voz negacionista de Vox, incorporada en este mandato a la corporación local, empeñada en borrar la existencia de la violencia machista e igualarla con cualquier tipo de violencia. Duele por lo que significa y por lo que pone en riesgo. No se trata solo los derechos conquistados, es la dignidad colectiva la que esta en juego.

 

Porque cuando más se avanza, más se organizan quienes quieren desandar el camino. La extrema derecha crece en Europa y también aquí, alimentando una reacción que desprecia décadas de avances feministas, recorta fondos, elimina estructuras y borra el género del debate público. Frente a eso, urge una gran alianza democrática: donde se defienden los derechos humanos, el “Bien Común” y la convivencia pacífica y saludable.

 

Y aunque nada me resulta más ajeno que esa forma de pensar, quizás para intentar conmover a ese sector político y social que desprecia esta lucha —esa jauría machista y retrógrada que reduce todo a números— habría que hablarles en su propio idioma: el del coste, el del balance, el del dinero. La violencia contra las mujeres le cuesta a Europa más de 209.000 millones de euros cada año. Si no les importa la justicia, si no les duele la violencia, tal vez les duela el gasto.

 

El 25N no es solo un día para condenar la violencia que se ejerce contra las mujeres por el hecho de serlo. Es también una jornada de compromiso, de renovación de la conciencia colectiva. De recordarnos que la igualdad real no se alcanza con discursos, sino con pasos firmes y cotidianos: en los hogares, en los trabajos, en los chats de WhatsApp, en las redes, en cada espacio donde el machismo se normaliza o se aplaude con silencio. Es obligatorio aunar fuerzas —mujeres y hombres, instituciones y ciudadanía— para no admitir el machismo en ninguna de sus formas, porque su expresión última y más cruel es la violencia.

 

Porque ninguna sociedad es libre si la mitad vive con miedo.

Porque ningún Estado es democrático si las mujeres mueren por el hecho de serlo.

Porque aún estamos a tiempo.

 

Celeste López Medina es concejala de NC en el Ayuntamiento de Telde y Secretaria Nacional de Economía y Fiscalidad.

 

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