Telde revive su alma en una noche de Finaos entre castañas, coplas y fantasmas del pasado

Bajo una luna que parecía encendida para la ocasión, Telde volvió a hablar con sus muertos y a celebrar la vida. El humo de las castañas asadas se mezcló con los ecos de antiguas coplas y las voces del recuerdo, mientras el casco histórico se transformaba en un inmenso teatro de tradiciones, supersticiones y alma popular. En la Noche de los Finaos, las calles de San Juan fueron testigo de un encuentro entre lo terrenal y lo invisible, entre el calor del fuego y el frío de la memoria, en una velada que unió historia, arte y emoción.

La noche del 31 de octubre volvió a tener nombre propio en Telde: la Noche de los Finaos, esa cita con la memoria que cada año rescata el alma más auténtica de Canarias. Desde las primeras horas de la tarde, el Rincón Plácido Fleitas olía a brasas y a tradición. Los vecinos se reunían en torno a las castañas, las risas y los recuerdos. Había quien bailaba, quien cantaba y quien simplemente miraba el fuego, como si en su resplandor pudiera ver el rostro de los que ya no están.

El Ayuntamiento de Telde, a través de las concejalías de Cultura y Turismo, tejió un programa que mezcló el folclore con la memoria y la emoción colectiva. A las 20.00 horas, el grupo de monitores y la Asociación Cultural Ábora hicieron sonar los Bailes de Finaos, entre chácaras y palmadas, recordando que antes de Halloween ya existía una fiesta que hablaba de los antepasados, del vino, del fuego y de la vida.

La historia que estremeció a Telde

Pero la noche tenía reservada una sorpresa que hizo contener el aliento. A las 21.00 horas, la plaza de San Juan se convirtió en una casa del pasado: la llamada Casa de Don Alonso, escenario de una historia tan real como espeluznante. Bajo la dirección del teldense Rubén Darío, la representación teatral revivió el primer crimen esotérico ocurrido en España, cometido en Telde en 1930.

El público, en absoluto silencio, asistió al reencuentro de los fantasmas del municipio con su propia historia. La obra narró el asesinato de Aurelia Valido Calixto a manos de su familia, envuelta en delirios religiosos y supersticiones, en un montaje intenso y sobrecogedor. “La luna está como testigo y el tiempo pasa muy deprisa”, susurraba una voz mientras los personajes se movían entre sombras y plegarias.

Los asistentes, absortos, fueron testigos de una tragedia que traspasó el tiempo. “Hay silencios que, con el paso de los años, suenan como truenos”, se escuchó, y nadie se atrevió a respirar. El teatro se volvió ritual, espejo, eco de un pasado que aún duele.

Una noche entre fuego y memoria

Cuando las luces volvieron a encenderse y los aplausos rompieron el hechizo, La Trova tomó el relevo para devolver la alegría a la plaza. Sus canciones llenaron el aire de esperanza y de emoción, recordando que, tras la oscuridad del recuerdo, siempre queda la luz de la vida.

El concejal de Cultura, Juan Martel, subrayó el éxito de participación y el valor simbólico del evento: “Los Finaos son la voz de nuestros abuelos. Una noche donde se mezcla la memoria con la identidad y donde Telde demuestra que sus tradiciones siguen vivas”.

Reportaje gráfico de la Noche de los Finaos en la Plaza de San Juan