
Alrededor de 250 personas han tenido la oportunidad de acercarse a las historias que yacen en la Sima de Jinámar gracias a las visitas guiadas del Cabildo que han tenido lugar desde el 17 de octubre. Tuvieron su colofón en la tarde del viernes 31 de octubre, precisamente el Día de Recuerdo y Homenaje a las Víctimas del Golpe Militar, la Guerra y la Dictadura en España.
“Las actuaciones en materia de memoria histórica persiguen la verdad, la justicia, la reparación y, sobre todo, las garantías de no repetición. Es fundamental investigar y documentar, como hacemos y promovemos desde el Cabildo de Gran Canaria. Y también divulgar y concienciar a la ciudadanía en tiempos donde la democracia debe ser defendida”, ha afirmado el presidente del Cabildo, Antonio Morales, al hilo de esta iniciativa del Servicio de Patrimonio Histórico, dependiente del área de Presidencia, que coordina Teodoro Sosa.
La Sima de Jinámar, con unos 80 metros de profundidad, es una chimenea volcánica formado hace más de 3.000 años. Este enclave natural, declarado Bien de Interés Cultural, en la categoría de Sitio Histórico, no solo es un lugar de enorme interés geológico, sino también un espacio cargado de memoria traumática que ha marcado la historia de Gran Canaria en distintos momentos, tal y como subraya el Servicio de Patrimonio Histórico.
Los cronistas, según la información que se ha facilitado a los y las visitantes, ya mencionaron la sima vinculada a un episodio trágico: el ajusticiamiento de los frailes mallorquines que intentaron evangelizar la isla en el siglo XIV. Tras la revuelta de los antiguos habitantes de Gran Canaria contra los abusos europeos, sus cuerpos fueron arrojados al interior de esta formación volcánica, poniendo fin al llamado Obispado de la Fortuna.
Siglos después, agrega el Servicio de Patrimonio Histórico, el lugar volvió a ser escenario de hechos dolorosos. Durante la represión que siguió al golpe militar de 1936, la sima se convirtió en un espacio de desaparición forzada y represión. Aquí fueron arrojados opositores políticos, sindicalistas y personas vinculadas a organizaciones republicanas. Algunas estimaciones apuntan a que más de un centenar de personas fueron asesinadas en este lugar, siendo así, posiblemente, la mayor fosa común de Gran Canaria.
Primera intervención arqueológica en el marco de un amplio plan
La primera intervención arqueológica que se realiza en el interior de la Sima de Jinámar fue impulsada por el Cabildo de Gran Canaria en octubre de 2024 y permitió documentar restos óseos pertenecientes a tres o cuatro varones adultos y evidencias de impactos de bala craneales, además de dos casquillos y objetos personales, tales como una moneda, un peine o restos de suela.
Estos hallazgos, en su conjunto, supusieron una prueba de valor científico de un contexto de represión tras la sublevación militar franquista en Gran Canaria y del uso de la cavidad volcánica como lugar de ejecución y ocultación de los cadáveres de personas represaliadas.
Esta acción no fue un hecho aislado, pues se enmarcó en el compromiso del Cabildo con la causa de la memoria democrática. Tanto en la Sima como en el Pozo del Barranco de Arucas se han dignificado estos espacios con la instalación de paneles informativos y esculturas conmemorativas para convertirlos en ámbitos de divulgación, conciliación y homenaje.
La intervención del Cabildo en el Pozo de Tenoya logró recuperar 14 hombres con claros signos de muerte violenta, siete de los cuales pudieron ser identificados, emergiendo historias sobre las que pesaba un manto de postergación.
Este mismo esfuerzo del Cabildo cristalizó en las investigaciones en el Cementerio de Vegueta, que permitieron recabar importante e inédita información histórica sobre el yugo de la dictadura en la isla, o en la producción del documental ‘Simiente sobre tierra’ y el posterior ciclo de proyecciones y conferencias.
El Cabildo coeditó junto al Ayuntamiento de Arucas el libro sobre los represaliados del franquismo en este municipio, el primer trabajo monográfico sobre una exhumación en el archipiélago. Como dijo Eduardo Galeano con palabras que parecían dictadas para aquella publicación, fue un texto “escrito para que no se vayan”.























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