La tradición de Siempreviva vuelve a florecer en Telde

En estos días en que la memoria se viste de pétalos y aromas, la Floristería Siempreviva, en el histórico barrio de San Juan, se convierte una vez más en el taller donde los recuerdos toman forma de ramos, centros y coronas. Cada año, cuando se aproxima el 1 y 2 de noviembre, las manos expertas de este equipo teldense vuelven a entrelazar flores que cuentan historias de amor, ausencia y gratitud.

Ubicada junto al cementerio municipal y a la vía de circunvalación, Siempreviva no es solo una tienda: es un punto de encuentro entre el arte floral y la memoria colectiva. Sus responsables llevan décadas combinando rosas, gladiolos, crisantemos, anthurium, gerberas y siemprevivas en composiciones cargadas de simbolismo, muchas de ellas destinadas a honrar a los que ya no están o a embellecer los templos de la ciudad.

“Cada flor tiene su lenguaje”, comentan desde el establecimiento, donde estos días se respira un ir y venir constante de encargos. Las rosas hablan de amor, los gladiolos de fortaleza, las siemprevivas de eternidad. Y, como cada año, hay familias que repiten sus pedidos “de toda la vida”, fieles a los colores y estilos que les recuerdan a los suyos.

Además de atender al público en su tienda, el negocio ofrece servicio de entrega a domicilio y encargos telefónicos a través del 606 468 050 o del 928 69 69 23. Su horario es de lunes a viernes, de 9.00 a 19.00 horas,  los sábados, de 9.00 a 15.00 horas ylos domingos de 9.00 a 13.00.

En vísperas del Día de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, el corazón de Telde vuelve a latir entre flores frescas y memorias vivas. En Siempreviva, cada ramo no solo adorna, también cuenta una historia que el tiempo no borra.