Mientras Pedro Sánchez proponía acabar con el cambio horario en Bruselas, Feijóo se dedicaba a contar mentiras de España a sus colegas europeos en la misma ciudad. Una cosa en principio tan liviana y ligera como el cambio de hora ha supuesto en España un nuevo debate trascendental y cainita entre el gobierno y la oposición.
La propuesta de Sánchez está respaldada por la mayoría de los españoles (2 de cada 3), según todas las encuestas, y también por la inmensa mayoría de los europeos (4 de cada 5). Su propuesta fue bien acogida en la Comisión Europea, que se comprometió ayer a acabar con el cambio de hora que tanto molesta a esa notable mayoría.
Eurodiputados de todos los colores políticos respaldaron la iniciativa de Pedro Sánchez de acabar con la práctica de cambiar la hora dos veces al año: en verano y en invierno. La prensa reaccionaría española salió antes a matar a Sánchez por proponer tamaña locura.
La derecha política y mediática salió a degüello como si la propuesta de Sánchez fuera ideológica y no pragmática y funcional. Técnica y transversal. Bruselas está ultimando un informe del impacto legal y práctico para reactivar la reforma que pide Sánchez y con él millones de españoles y europeos.
La propuesta del presidente español tampoco debe considerarse una iniciativa novedosa ya que en otras ocasiones también la han pedido científicos y otros mandatarios, pero ahora la ha solicitado él y no otro. Basta que el presidente de España lo haga formalmente para que toda la oposición se le tire encima sin piedad y sin argumentos.
La prueba palmaria de que la derecha española siempre sale en contra de Pedro Sánchez como una manada de bisontes, diga lo que diga, es que muchos de los votantes conservadores (la mayoría, según las encuestas) también están a favor de la iniciativa liderada por Sánchez.
Basta que este haga una propuesta para que la oposición la rechace sin rubor y sin fundamento. No porque no sin más explicaciones, aunque queda claro el motivo. El líder de la oposición ha tratado de ridiculizar la iniciativa afirmando que esa medida no nos va a cambiar la vida. O sí, nunca se sabe.
Lo curioso es que el Partido Popular llevó esa misma propuesta en su programa electoral pero ahora, en vez de apoyar su propia sugerencia, lo que ha hecho ha sido renunciar a ella y degradarla. Los populares se han pronunciado contra ellos mismos.
Es como cuando Feijóo dijo en el Congreso que en la España de Sánchez se aplaude a los indecentes y a renglón seguido toda la bancada del Partido Popular estalló en un fuerte y adulador aplauso a su líder indecente.
La oposición afirma que la iniciativa de Sánchez solo sirve para tapar la corrupción socialista, como si los populares fueran menos corruptos y no tuvieran que tapar su propia y magna corrupción. Como bien dijo una vez el anterior presidente del PP, Pablo Casado, antes de que fuera defenestrado por sus propios compañeros, su partido es el que más sabe de corrupción. Algo parecido dijo su antecesor, Mariano Rajoy. Y si lo dicen porque son los que efectivamente más la conocen, ellos sabrán, no vamos a desmentirlo.
La propuesta de Sánchez se basaba en la demanda mayoritaria de los españoles y los europeos, haciéndose eco también de que la ciencia ya no asevera que el cambio horario suponga un ahorro energético y en cambio sí trastoca los ritmos biológicos del personal.
Los medios afines a la oposición entrevistaron a sus expertos de cabecera para criticar y rechazar la medida propuesta por el Gobierno de España. Si Sánchez hubiera propuesto lo contrario, la oposición también se opondría por inercia. Si mañana acepta una propuesta del PP, el PP votará en contra de su propia propuesta, solo para fastidiar al presidente. Al parecer la oposición está para eso, para oponerse por sistema.
Sin embargo, ayer al final se llevaron un buen tortazo después de que la Eurocámara respaldara unánimemente la petición de Sánchez de acabar con el cambio de hora estacional. Los comisarios de la Unión Europea han asegurado que lucharán con los eurodiputados para acabar con esta práctica que se ha vuelto absurda.
A Feijóo le fastidia mucho que la Comisión Europea le haga más caso a Sánchez que a él. Cada vez que se coge un berrinche se va a Bruselas a despotricar no solo del Gobierno de España sino de España misma. Les dijo a sus colegas populares en Europa que en España tenemos un gobierno de corrupción y sectarismo. Lo repite tanto que hasta la vicepresidenta Yolanda Díaz pronunció la palabra en el congreso ante la mofa y el aplauso de los populares. Todo se pega.
Feijóo dijo a sus colegas en Bruselasque España ha dejado de ser un país fiable. En esta ocasión sí se rieron todos porque los hechos demuestran todo lo contrario. Los medios ultraconservadores se han tenido que tragar su campaña en contra de la iniciativa española.
En Europa explican que con la tecnología y la digitalización actuales el sistema ahora ya no genera ahorro energético en ningún sector, según explicó el comisario de Transporte, Telecomunicaciones e Industria, que añadió que el cambio horario estacional se ha convertido en una fuente de complicaciones innecesarias para la sociedad.
Eurodiputados de todos los partidos han hablado de los efectos negativos para la salud, el descanso y los riesgos laborales asociados al cambio horario, aunque especialmente afecta y altera a los más vulnerables, o sea, a los niños y a los ancianos.
El problema de la troglodita oposición española no es el cambio horario sino que llega tarde siempre. A los populares españoles no les hacen caso ni sus correligionarios europeos. A la tropa de Feijóo le falta todavía un par de hervores. Ánimo, Alberto.
Cristóbal D. Peñate es periodista.










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