
Con estupor e incredulidad, he tenido conocimiento, del suicidio de una menor de solo 14 años en la Ciudad de Sevilla, Sandra, que D.E.P., cuando, casi todavía, pasaba sus ratos libres con los juegos y entrenamientos propios de la niñez y empezaba con los escarceos y retos de la nueva etapa que iniciaba, la adolescencia.
Desde mi perspectiva de Padre y Abuelo, me es difícil comprender el que, una niña de solo 14 años, haya vencido, el innato instinto de conservación, poniendo fin a su vida. La desesperación, debió de ser superior a todo cuanto la rodeaba y sentía.
Hoy, por lo que leo y oigo, todas son lamentaciones y se buscan a alguien culpable pero, bajo mi forma de entender el problema, culpables somos todos, la sociedad que le hemos legado, las leyes que la debían de amparar y proteger, el colegio que debía de haberla vigilado y cuidado y, sobretodo, la familia que no vio venir el problema.
Creo, estoy convencido que, el tener un hijo/hija, no solo implica, alimentarlo adecuadamente, proveerlos de ropa de marca, un móvil de última generación y demás aparatos de interconexión social, es oírlos, es dialogar una y mil veces, es comprobar sus amistades, sus inquietudes, conocer sus problemas que, a veces son nimios, pero que para una adolescente es un mundo, como en este caso, insalvable.
A medida que avanza el siglo, nuestra convivencia se deteriora más y más, las nuevas normas y derechos, dictados por los foros internacionales que, amparan y pretenden proteger a una inexperta juventud, creo que no van en la dirección correcta. En 15/20 años, esta juventud actual, estará al mando de los designios de este cansado mundo y sus decisiones marcaran su rumbo y si seguimos con el pensamiento de que todo vale, de que todo es libertad, de que el hacer aquello que nos venga en gana, es lo correcto, pienso que, más pronto que tarde, nos estrellaremos contra la realidad y la convivencia. Las Leyes acordadas y aceptadas deben tener prioridad ante deseos y gustos.
Decía una Maestra de la vieja escuela, a la que conocíamos en el seno familiar como, “Tití Encarnación,” que, “a la escuela se viene a aprender, la educación se trae de casa.” Y efectivamente, en el caso que nos ocupa, independientemente de la falta de atención y cuidados de las autoridades educativas y civiles, ha habido una ausencia total de educación y respeto en las compañeras acosadoras. Una cosa son los, motes, que siempre han existido, las risas y bromas propias de una despreocupada edad y otra, muy diferente, es el acoso que ha llevado a las funestas consecuencias que hoy lamentamos. La terrible decisión que, esta infeliz niña tomó, no fue el fruto de la rabieta de un día, fue, la aglomeración en el tiempo, de acciones, actos, desplantes, vejaciones que, en silencio sufrió. Aquí, creo, fue donde fallo su familia. Una Madre, con solo mirar a su hija/hijo, sabe cómo se encuentra, cómo está su estado de ánimo, si le pasa algo anómalo y sobretodo, tiene la obligación, la suficiente sutileza y confianza para ahondar en la intimidad de la persona que un día parió, para juntos buscar una solución o quitarle hierro, enfocando el problema desde un prisma más amplio.
Sandra, a sus 14 años, estudiaba 3º de la ESO en el Colegio Irlandesas de Loreto de Sevilla, desde los 6 años y, estos próximos días tenía previsto, viajar al Condado de York, en Inglaterra, para un intercambio cultural. Tenía habilidad para la pintura, dicen que, las paredes de su casa, están inundadas de sus jóvenes creaciones. Su gran pasión, el futbol, que practicaba en el Honeyboll, de defensa o de centro campista. Siempre admiro al Betis del que era seguidora, aunque decía que quería ser militar de carrera.
Todas estas ilusiones, deseos, esperanzas, futuro, se truncaron, el fatídico martes 14 de octubre, del 2.025, a las 14,30 horas, al volver del colegio. D.E.P.
Si, el pensamiento y experiencia de, este que escribe, prácticamente en la meta de su vida, les vale, cuidemos y protejamos a nuestros hijos, desde la concepción hasta que, los derroteros de la vida, por Ley Natural, les hagan tomar otros rumbos, mientras y siempre, démosles los consejos de nuestra experiencia, el apoyo de cuanto podamos y, por encima de todo, nuestro incondicional Cariño.
Antonio Santana Rivero es ciudadano de Telde. Ofició este año de pregonero de las fiestas del barrio histórico de San Francisco.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.48