
Hace tres años que Rita Mayor, vecina de Telde, cambió las aulas por el almacén del Banco de Alimentos de Las Palmas. Tras una vida dedicada a la enseñanza, la jubilación no fue para ella sinónimo de descanso, sino de compromiso social. Hoy coordina a parte del equipo de voluntarios de esta entidad solidaria y, entre palés de legumbres, gofio, leche o aceite, dedica su tiempo a ayudar a quienes más lo necesitan.
“Quería que mis alumnos fueran conscientes de las necesidades que hay y del despilfarro alimenticio, así que los traía a visitar estas instalaciones”, recuerda Rita en declaraciones recogidas por el periódico La Provincia-DLP. “Pero no solo les sirvió a ellos: a mí también. Al ver lo que hacían aquí, yo misma me enganché a esta labor y dije que el día que me jubilara vendría. Y aquí estoy”.
Voluntariado esencial y escaso
Desde su experiencia como voluntaria, Rita coordina equipos y lanza un llamamiento urgente: “Faltan voluntarios”. La mayoría de quienes participan en esta labor son jubilados o personas desempleadas, en parte por los horarios matinales en los que el Banco de Alimentos desarrolla su actividad en las instalaciones de Mercalaspalmas.
“Los jóvenes, por sus propias dificultades laborales, no piensan en venir a esto”, lamenta Rita. Por eso, insiste en la necesidad de más manos, especialmente ante la próxima gran recogida de alimentos, que se celebrará en supermercados y tiendas los días 7, 8 y 9 de noviembre. “Es en esos días cuando más productos y donaciones económicas conseguimos”, explica.
Las personas interesadas en colaborar pueden inscribirse por teléfono o a través de la página web de la entidad. Una vez inscritos, reciben un chaleco identificativo y son destinados a los establecimientos más cercanos a su domicilio para animar a la ciudadanía a donar.
Más de 14.000 beneficiarios en la isla
Durante estas campañas, los voluntarios se sitúan a la entrada de tiendas y supermercados para invitar a los compradores a donar parte de su compra o realizar aportaciones económicas. Con estas donaciones, el Banco de Alimentos puede adquirir productos específicos y garantizar el suministro de alimentos básicos a las más de 14.000 personas y familias beneficiarias, a través de asociaciones y ONG vinculadas a su programa.
Según explicó el vicepresidente de la entidad, José Ramón Pablos, en 2024 se distribuyeron casi 3 millones de kilos de alimentos, lo que supone unos 220 kilos por cada beneficiario. “Sin la ayuda de los voluntarios no podríamos llegar a tanta gente”, subraya.
Durante las recientes jornadas de puertas abiertas, la Fundación Canaria Sewa, uno de los principales donantes, visitó las instalaciones. Su portavoz, Ghanshyam Bhagwani, empresario vinculado a la comunidad indostánica, destacó “la enorme labor que realiza el Banco de Alimentos” y reiteró su compromiso con la entidad.
Para Rita Mayor, cada jornada en el almacén es mucho más que voluntariado: es la continuación natural de su vocación educativa, una forma de seguir enseñando —ahora con el ejemplo— que la solidaridad, al igual que la educación, puede transformar vidas.
Patricia López | Lunes, 20 de Octubre de 2025 a las 15:08:11 horas
Don Pelayo ... Ni los aguacates, ni las castañas son alimentos de primera necesidad. Hablamos de gente que no les da para un paquete de arroz o un bote de leche.
Y si tiene necesidad, lo que se entiende por necesidad, acuda al banco de alimentos.
Una cosa es que los precios suban y con ello no podamos estar "mejor' o permitirnos cierras cosas , hacer números para llegar a fin de mes, o tener que ir al producto más económico y otra cosa es compararse con quien pasa verdaderos apuros para comer cada día.
No seamos demagogos.
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