
Con el tema del aborto, a la derecha de este país se le ha vuelto a ver las rancias costuras con las que sustenta su ideología. De nuevo, la vieja y doble moral, los vetustos y apologéticos argumentos regresan a la palestra para hartazgo de quienes abortamos: nosotras, las mujeres.
Mientras en Francia, el 4 de marzo de 2024, con el 92% del voto a favor del Parlamento, se consagró un hecho histórico: el blindaje al derecho al aborto en su constitución, en España se sigue hablando todavía del sexo de los ángeles.
A partir de entonces, en la Constitución francesa, se recoge y protege el derecho, largamente defendido por las mujeres, de decidir sobre sus propios cuerpos, pues el hecho biológico de que nosotras seamos las que nos quedamos embarazadas, no debería condicionar nuestra vida para siempre.
Hablemos claro, tener un hijo no es una decisión baladí, sino una gran responsabilidad, todavía sustentada mayoritariamente por mujeres, y una decisión muy seria. De hecho, la gran mayoría de las mujeres, retrasan cada vez más la edad de tener hijos, precisamente, porque son conscientes de que su cuidado y mantenimiento dependerá exclusivamente de ellas. Probablemente, en una sociedad más justa e igualitaria no sucedería así, pero actualmente es lo que hay.
Abortar para muchas mujeres no es un capricho sino una decisión meditada y responsable que deben asumir cada día. No es un hecho cualquiera, pero tampoco supone un trauma ni “un asesinato de personas” como esgrime la presidenta de la comunidad de Madrid.
A mitad de los noventa, con treinta y tres años, me sometí a una interrupción del embarazo en Madrid. Hoy treinta años después, en esa comunidad, una mujer debería coincidir con un profesional de la medicina que no se negase a decidir por ella. Es más, según Ayuso, tendrían que irse a abortar fuera, a otras comunidades, de la misma forma que, durante el franquismo, debieron viajar a Londres las que se lo podían permitir, otras se quedaron en el camino y debieron hacerlo en condiciones penosas y con riesgos para su vida.
Abortar no supuso para mí ningún trauma, todo lo contrario, decidir sobre mi propio cuerpo y el destino de mi vida era una cuestión inapelable. Con el tiempo y la perspectiva, agradezco haber tenido a mi lado una doctora que supo respetar mi decisión.
Hoy en día, en Madrid, tras las manifestaciones grotescas de la presidenta de la comunidad, con la negativa a dar las listas de médicos objetores en esa comunidad y su respuesta “que se vayan a abortar fuera” sería muy difícil.
Esta involución histórica de la derecha nos señala una verdad objetiva: la misoginia y el paternalismo subyacente en estos partidos que consideran el cuerpo de la mujer como materia opinable.
Nadie, ni persona ni institución ni estado puede decidir sobre nuestros cuerpos. “Nosotras parimos, nosotras decidimos” como decía la vieja consigna feminista de los años ochenta. Cuestionar ahora esto, nos debería poner en alerta sobre la fragilidad de los derechos fundamentales capaces de ser derribados por cualquier ideología reaccionaria que llegue al gobierno.
Por esta razón, con mucho acierto, la ministra de igualdad ha decidido proteger el derecho al aborto en la constitución española como hiciera hace un año Francia. El partido popular ya se ha retratado, dando su firme negativo a esto.
Mientras tanto, las mujeres tendremos que seguir luchando por lo que parece una obviedad: la libre decisión sobre nuestro cuerpo.
Nieves Rodríguez Rivera es profesora y escritora.
YO SOY UN EX CIUDADANO PARA EL CAMBIO | Miércoles, 15 de Octubre de 2025 a las 18:37:27 horas
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