La pulserita de Vox

La ultraderecha agita la bandera para robar derechos a los trabajadores. Brinda dosis de patriotismo para servir al gran capital. No es patriotismo constitucional, patriotismo instrumental del Estado nación, supone (por el contrario) una artimaña para desmantelar los derechos y las expectativas de la clase trabajadora. Menoscaba su posición para favorecer a los poderosos sirviéndose de la emoción de la bandera, de la pulserita. El mismo mecanismo de inicios del siglo XX por el que se enviaba a los hijos de los trabajadores a morir en la guerra de Marruecos.

Los que tenían dinero, los descendientes de los pudientes, no fueron a Cuba ni a Marruecos, pagando la suma de pesetas precisas para librarse. Los que no lo tenían, la inmensa mayoría, iban camino del matadero. Por cierto, esos mismos que tuvieron suerte en la lucha africana y no murieron en el frente o sus descendientes acabaron  (muchos) en las fosas del 36 cuando los golpistas perpetraron la represión. Todo español, todo muy español, para derramar la sangre y entregar la vida.

Esa pulserita de Vox engaña. Como reza esa máxima recurrente: la Historia no se repite pero rima. Y hoy Vox confronta a los trabajadores con los migrantes, mezcla las nacionalidades con afán entorpecedor, para servir al gran capital que, sin decirlo con términos alegóricos, viene a ser las empresas importantes y los que manejan realmente el poder.

Bandera y más bandera para no reducir la jornada laboral, que no se hace desde 1983, y lo hacen con el mismo pretexto que cuando se ponen en contra de no aumentar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI): aluden a que no es sostenible. Y luego lo es. Mas en el mientras tanto dicen que no, a la par que enarbolan la bandera.

La táctica de Vox es la misma que la del fascismo del periodo de entreguerras europeo. Eso sí, con las vías digitales mas con la misma emoción de la pulserita. Patriotismo para diezmar a la clase trabajadora. Mucha bandera para que estos voten a Vox, aunque luego constaten el fraude de este franquismo sociológico, de este neoespañolismo, de esta visión mesetaria excluyente de las Españas periféricas. Ultraderecha antisistema. Extrema derecha de manual. España como un cuartel con nostalgia imperial y aroma franquista. Y al otro lado: recortes de derechos individuales y colectivos, merma de la clase trabajadora. Pero la pulserita y la bandera con afán torticero acabarán por decaer ante el principio de realidad. El siglo XX lo demostró.