Hoy habrá una votación importante en el Congreso de los Diputados a cuenta de la reducción de la jornada laboral. La reducción, en realidad, es poca cosa: dos horas y media por semana, treinta minutos al día. De hecho, numerosos convenios colectivos ya están por debajo de las 37,5 horas a las que se aspira. Se trata de bajar de las 40 horas legales, que no se toca desde 1983. Huelga decir que la sociedad de entonces poco tiene que ver con la presente. Sin ir más lejos, la digitalización amén de internet ha originado otro mundo; al margen de otros cambios producidos. De momento, todo indica que PP, Vox y Junts votarán en contra de esta conquista de la clase trabajadora.
Con todo, y por solo media hora por jornada, se observa nítidamente cómo el choque de intereses entre capas sociales persiste. Para que luego digan que la política es solo una gestoría donde armonizar (como un arcoíris) las pretensiones opuestas. La política es, de verdad, la gestión del conflicto. Y el conflicto es, en gran medida, de clases: entre los que tienen y los que no. Y el tiempo libre también es tener o no tener, no solo es cuestión de dinero.
Yolanda Díaz asegura que seguirá peleando, pase lo que pase hoy. Es una de sus medidas estrella. Los sindicatos de clase otro tanto. Comisiones Obreras no va a tirar la toalla. Tampoco la UGT. Hay mucho en juego.
Por otro lado, si esto no lo consigue Díaz con el respaldo de las centrales sindicales, puede pensarse que la legislatura queda en punto muerto; con independencia de la presentación y aprobación o no de los Presupuestos Generales del Estado. Lo ingrato de todo ello es que el rechazo de PP, Vox y Junts lo pagaría la clase trabajadora. Los mismos partidos que agitan la bandera y se recrean en el patriotismo, niegan a las trabajadoras y trabajadores disponer de un poco más de tiempo para la conciliación familiar y sus cosas personales. Si en 2025 estamos en esas, toca asumir (los que no lo han hecho aún) que las ideologías existen por mucho que intenten camuflarlo a través del neoliberalismo. Las tiranteces no surgen de manera casual entre la patronal y los sindicatos de clase. Al contrario, estos vehiculan el conflicto previo del que no pueden sustraerse. Ojalá impere la sensatez y que los grupos parlamentarios en contra, con condiciones de vida mucho mejores, cambien de opinión y no cercenen a la clase trabajadora.
currito | Miércoles, 10 de Septiembre de 2025 a las 10:55:43 horas
Pedirle sensatez a la derecha es un oxí **** n. Pero habrá mucha gente obrera que aplauda la decisión de los PP, VOX y Junts, muchos de los que ven en Feijoo, Ayuso, Almeida, Abascal, Figarrdo… los líderes del país, mientras siguen llamando Perro al presidente o mientras corean “me gusta la fruta”. Pero luego los populistas son otros. Saludos.
Accede para votar (0) (1) Accede para responder