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Primera Plana

Lucha de clases

Columna de Rafael Álvarez Gil

RAFAEL ÁLVAREZ GIL 1 Viernes, 29 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura: Actualizada Viernes, 29 de Agosto de 2025 a las 06:51:47 horas

Para mí Eusebio Poncela es su papel de protagonista en ‘Los gozos y las sombras’ (1982), cuando TVE llevó a la pequeña pantalla la obra de Gonzalo Torrente Ballester. La vi un verano de golpe. Y me gustó, sin haberla aún leído, deber que hice después, porque refleja la división social en Galicia durante la Segunda República. Es decir, el mundo que se apaga agrícola y del Antiguó Régimen frente al que nace de los astilleros y la industrialización. Vamos, la pugna entre la burguesía y la nobleza; y los intereses de unos y ot[Img #1017475]ros no coindicen. El libro, y la miniserie, tiene de todo, porque también aúna las contrariedades, anhelos y frustraciones humanas. Cada personaje es un cosmos en sí mismo. Y hay amor. Charo López está genial. Cautivó entonces a más de media España, porque (al margen de su buen quehacer) cuando se emitió solo estaba la televisión pública (quedaba todavía para que llegaran las cadenas privadas) y el que se perdía el episodio no tenía forma de recuperarlo. No había YouTube.


En aquella España posTransición, con aroma de UCD, en la que Felipe González estaba quitándose la chaqueta de pana para después triturar a los obreros ejecutando la reconversión, la familia se sentaba en el salón a ver lo que emitía TVE. Y digo familia, en singular, y no en plural a son de los diversos modelos, porque la ley del divorcio de la UCD estaba recién salida del horno. Y ya se sabe que una cosa es salir publicada en el BOE y otra bien distinta ver cómo se consolida en la calle, cómo se normaliza en la rutina. 


La serie tiene una sintonía musical al inicio que se me pegó enseguida. Y de cuando en cuando tarareo en la mente. Hubo una época en la que TVE se propuso pasar a la televisión las grandes obras de teatro, los clásicos. Un mundo que hoy se antoja irreconocible cuando las salas de cine casi han desaparecido, lo que se estila son piezas cortas que pululan por las redes sociales para entretener y a saber hasta cuándo se seguirá vendiendo televisores en los centros comerciales.


Con ‘Los gozos y las sombras’ uno descubre luchas sociales y crecimiento y ofuscaciones personales. Dicho en plata, alimenta los misterios y grandes preguntas que nos hacemos a la par que vamos madurando. Máximas de siempre que, generación tras generación, se ha ido jalonando con libros y películas. Desconozco cómo la adolescencia y juventud presente, con qué herramientas, podrá dirimir los dilemas vitales.

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