Lo que hemos vivido y lo que nos queda por vivir, no es nada. Para nosotros es mucho. Así lo sentimos, y así debe ser. Pero a ojos de la luz divina, del tiempo universal, no es nada de nada. Un aperitivo. Poca cosa desde el juicio del cosmos. Ese soplo que es la vida, esos veinte años que no son nada, como reza la canción o el poema, no se equivoca. Desde la dimensión trascedente es un mero paso, un paréntesis, un periodo corto en el que vivir y desenvolvernos, mas nos debe preocupar más (mucho más) lo que venga luego tras la muerte, y cómo lo encaremos, que las minucias cotidianas que acarrean lo terrenal.![[Img #1017475]](https://teldeactualidad.com/upload/images/03_2024/967_rafael-foto-reducida-225.jpg)
En la novela de Arturo Barea ‘La forja de un rebelde’, que fue llevada por TVE a la pequeña pantalla en formato serie en 1990, de carácter autobiográfico, una trilogía que abarca desde la España de la Primera Restauración Borbónica hasta el asedio de Madrid durante la Guerra Civil, el protagonista (Barea) siendo niño le traslada al sacerdote en la escuela que tiene que dejar de ir a clase porque en casa falta el sustento y tiene que ayudar a la madre, lavandera de un barrio del sur de la capital. Él es huérfano, es inteligente, y en ese momento le declara abiertamente al cura su situación personal y familiar, el que le responde que claro, que claro que lo entiende. Eso es la vida. Ese puñado de instantes que duran pocos segundos pero que jalonan la trayectoria vital. Son momentos hondos, punzantes en emociones, que explican el resto de los años. Son esos intervalos que, pasadas las décadas, se recuerdan con la firmeza de lo que supuso y la emoción aún contenida.
Solo vale vivir si eres y has sido fiel a ti mismo. Si quisiste de verdad a los que quisiste. Si aprovechaste para mostrar afecto a las personas amadas que te rodean, de verdad, a las duras y a las maduras, las que son leales, honestas y nunca fallan.
Si te volcaste en tus pasiones, porque la vida sin pasiones entonces sí que no es nada de nada. Si amaste sin doblez, de manera sincera, con el sentimiento en la mano. Si supiste de todo esto con la sobriedad sobrevenida del que sabe que llega la muerte, entendiste el sentido de la vida. Y podrás, ahora sí, decir que vives y convives en armonía. Que no es poco. Que no hay más. Que esto se acaba. Que polvo eres y en polvo te convertirás.


























javier burón monís | Miércoles, 27 de Agosto de 2025 a las 18:46:04 horas
Rafael, de tu escrito me ha sobrecogido una frase que creo, es el ‘quid’ a lo que tú has dado en llamar: "Vivir es morir". Y la frase está casi al final: "El sentido de la vida". En esta afirmación se 'resume' todo lo que has querido dar a entender en tu artículo. Hacer el bien. En ello radica toda nuestra existencia, sin buscar 'recovecos' que de nada sirven. Si amamos, si miramos por el otro, si llevamos a cabo nuestra vida con esos valores tan importantes como son la lealtad, el respeto, la bondad, la fidelidad, la solidaridad y mucha generosidad, será un camino a seguir por los que nos rodean si 'comparten' todas esas virtudes que, hoy día muy pocos ponen en práctica. Ser buen ser humano es fácil, pero lo complicamos, a veces, cambiando el rumbo y esos otros 'derroteros' son los que no nos van a proporcionar nada bueno. Confiemos en nuestro corazón que nuestra conciencia hará el resto. Tenemos un 'alma' que nos defiende a pesar de nuestros 'defectos' y un Dios que, incluso, nos perdona aunque la 'fechoría' sea de órdago a la grande. Un saludo. Javier Burón.
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