Exterminio a Palestina

Entre el genocidio y la hambruna que Israel está perpetrando contra Palestina, ejecutando semejante barbarie sostenida en el tiempo, semana tras semana, mes tras mes, con un odio redoblado que solo busca exterminar a un pueblo en su propia tierra, cabe preguntarse pertinentemente: ¿dónde está la ONU? Pues hace lo que puede, más bien poco, porque como organismo internacional nacido tras la Segunda Guerra Mundial está supeditado al veto de Estados Unidos que, a su modo, está siendo cómplice (por acción y/o por omisión) de Benjamín Netanyahu. Avanzan los días y nadie frena a Israel.

Mientras tanto, la comunidad internacional (a pesar de reconocimientos aislados de Palestina como Estado, como el realizado por España por decisión de Pedro Sánchez y respaldado por Yolanda Díaz) queda quieta, atesorando impotencia y sin saber cómo reaccionar porque Estados Unidos (con o sin Donald Trump) está avalando a Israel. Así de patente, así de cruel.

Las fotografías de la hambruna que merma cotidianamente a la franja de Gaza no hay mirada humana que lo resista. Es impensable cómo Occidente envía naves aeroespaciales, reagrupa multitud de buques de guerra y portaviones en operaciones marítima allende los mares, encuentra vacunas en plena pandemia a velocidad casi de vértigo y, sin embargo, nadie puede (o no quiere quien realmente puede) detener el genocidio de Israel contra Palestina; con independencia de que la búsqueda de la paz y el resarcimiento de ambas partes deba ser sopesado y llevado a cabo, mas Palestina es mucho más que Hamás.

Dudo que la ONU pueda ser operativa las próximas décadas si no se acaba cuanto antes la matanza de Israel en la franja de Gaza. Si Israel hace y deshace, si todo vale, ¿con qué legitimidad a efectos prácticos quedará la ONU? Evidentemente, el rol desempeñado por Estados Unidos tiene aquí un peso inigualable. Si quisiera la Administración Trump, que no quiere, Benjamín Netanyahu ya hubiese parado hace mucho. Al contrario, la victoria de Trump le ha valido como acicate para proseguir con el genocidio. Dentro de un par de generaciones, la gente de bien se preguntará cómo las sociedades europeas pudieron quedar como meros testigos de esta barbarie contra Palestina. Quizá para entonces habremos vivido desastres mayores que son anticipados por maniobras diabólicas como la de Israel en Gaza que aventura un mundo sin Derecho Internacional donde la ONU es papel mojado. Si eso llega, que Dios nos coja confesados.