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Jueves, 09 de Octubre de 2025

Actualizada Jueves, 09 de Octubre de 2025 a las 15:06:24 horas

Editorial

Turcón, la voz que ha hecho del ecologismo historia en Canarias

Cuarenta años de lucha vecinal y defensa ambiental en Telde

TELDEACTUALIDAD 5 Jueves, 21 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura: Actualizada Jueves, 21 de Agosto de 2025 a las 08:00:49 horas

Hablar de Turcón-Ecologistas en Acción es hablar de la memoria viva del movimiento ambiental en Telde y en Canarias. No se trata únicamente de una asociación vecinal con inquietudes verdes: Turcón es, desde hace más de cuatro décadas, una brújula ética que ha marcado la agenda medioambiental del Archipiélago. Estos días, con la publicación del libro “Memorándum de Turcón Ecologistas en Acción. Más de 40 años de vivencias, encuentros y luchas ambientales”, se abre una ventana a su legado y a su futuro.

 

En sus páginas, comprimidas a fuerza de décadas intensas, se repasan luchas emblemáticas que han moldeado la conciencia ciudadana: la defensa de Los Picachos, símbolo del patrimonio histórico de Telde; la batalla por el Barranco de La Mina y el agua como bien común; la resistencia al proyecto de ampliación del aeropuerto o a la macrocárcel; la defensa de los Pinos de Melenara frente a la insensatez política de turno; o la oposición a la amenaza del petróleo y el gas. Son hitos que no solo evitaron desastres ambientales, sino que también ayudaron a consolidar un modelo social en el que la ciudadanía tiene voz.

 

Turcón no ha sido nunca un colectivo acomodado ni testimonial. Sus miembros, desde el profesor José Manuel Espiño Meilán, primer presidente, hasta Consuelo Jorges López, actual presidenta, han puesto en práctica un ecologismo de calle, pedagógico, militante y profundamente democrático. Con jornadas, rutas, charlas, folletos, libros, exposiciones, recogidas de firmas o denuncias públicas, han sembrado semillas que aún germinan en el imaginario colectivo.

 

No es casual que a lo largo de los años Turcón haya incomodado a gobiernos, empresas y poderes establecidos. Esa incomodidad ha sido el mejor termómetro de su vigencia: cuando un colectivo molesta, es porque está cumpliendo su función de contrapeso cívico.

 

Hoy, mientras Canarias encara un modelo de transición energética con claroscuros, Turcón vuelve a recordarnos que el progreso no se mide en megaproyectos, sino en sostenibilidad y respeto al territorio. Esa coherencia ha convertido al colectivo en referente no solo local, sino insular y autonómico.

 

Más de cuarenta años después, Turcón sigue siendo pasado, presente y futuro. Su trayectoria demuestra que la ciudadanía organizada puede torcer el rumbo de decisiones impuestas y garantizar que el medioambiente no quede reducido a eslogan. En un momento en que el planeta exige compromiso y valentía, Turcón representa exactamente eso: valentía, tenacidad y visión de futuro.

 

El Memorándum no es un cierre, sino un recordatorio de lo que aún queda por hacer. Porque, si algo ha enseñado Turcón a Telde y a Canarias, es que el medioambiente no es un lujo, sino un legado. Y ese legado, gracias a ellos, está hoy más vivo que nunca.

 

Una asociación con rostro humano

Turcón no son solo siglas. Son personas que han dado su tiempo, su salud y, en muchos casos, su tranquilidad por defender aquello que parecía condenado al olvido o al derribo. Muchos vecinos recuerdan las pancartas desplegadas en La Mareta, las caminatas reivindicativas en Rosiana o las acampadas para frenar proyectos urbanísticos que atentaban contra el territorio. Esa resistencia civil, pacífica y firme, fue lo que permitió que parte del patrimonio histórico y natural de Telde siga en pie.

 

Cada generación que ha pasado por Turcón ha dejado su huella. Desde los pioneros que, en los años ochenta, denunciaban el abandono institucional de los barrancos, hasta las nuevas voces que hoy alertan sobre los riesgos de una transición energética improvisada. El mérito de Turcón ha sido mantener la frescura de su discurso sin caer en la inercia de lo políticamente correcto.

 

La pedagogía como bandera

A diferencia de otros colectivos, Turcón entendió pronto que la lucha no se gana solo en los tribunales o en los despachos, sino también en las aulas y en la calle. Por eso han dedicado tanto esfuerzo a la educación ambiental: excursiones escolares, rutas interpretativas, cuadernos pedagógicos, charlas en asociaciones de vecinos. Sembrar conciencia ha sido su manera de garantizar que el relevo generacional se produzca.

 

En esa tarea, los jóvenes de hoy que escuchan hablar de Los Picachos o de la Sima de Jinámar saben que hubo una generación que no se resignó. Y esa memoria no tiene precio.

 

Un legado que incomoda

No se puede entender la historia reciente de Telde sin las denuncias de Turcón. Fueron ellos quienes alzaron la voz cuando el cemento amenazaba con sepultar la historia, cuando los barrancos comenzaban a ser tratados como vertederos, cuando se intentaba vender como progreso lo que en realidad era un atropello. Y lo hicieron con rigor, con datos y con la legitimidad que da el no tener intereses económicos detrás.

 

Por eso, cada vez que se abre el debate sobre el modelo de ciudad o de isla, la voz de Turcón aparece como recordatorio incómodo: el desarrollo no puede ser excusa para destruir.

 

Una historia que sigue escribiéndose

El libro presentado semanas en el Círculo Cultural de Telde no es un punto final, sino un nuevo capítulo. Turcón se reafirma como un colectivo capaz de adaptarse a los tiempos sin perder sus raíces. Lo que empezó como un grupo de vecinos preocupados por el entorno se ha consolidado en una referencia moral y política —en el sentido más noble del término— para la sociedad canaria.

 

La verdadera enseñanza de Turcón es que las batallas medioambientales no se libran en abstracto: tienen nombres, fechas y lugares. Y que la memoria es la primera forma de resistencia.

 

La defensa del territorio no puede recaer únicamente en colectivos como Turcón. El reto climático y ambiental al que nos enfrentamos exige que cada ciudadano, de forma indiviual o colectiva, asuma su parte de responsabilidad: desde denunciar vertidos o actos incívicos hasta exigir a las instituciones políticas una gestión sostenible y transparente.

 

Turcón nos ha mostrado el camino durante más de cuarenta años. Ahora, el desafío es que esa conciencia se multiplique en cada barrio, en cada aula y en cada hogar de Telde y Canarias. Porque cuidar el medioambiente no es un gesto aislado: es una obligación colectiva con las generaciones que vienen.

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