
Si son de los que bucean por las redes sociales, fácilmente se habrán tropezado en las últimas horas con un video en el que una persona, móvil en ristre, acosa a María Jesús Montero mientras toma un café o desayuna. La que intimida y acosa a rabiar se llama Cristina Martín Jiménez que dice tener un doctorado en Periodismo, y así será, pero le falta educación a raudales. En su casa, sus progenitores no tuvieron que enseñarle modales o esta es una asilvestrada redomada. Cristina Martín Jiménez rezuma odio en su supuesta interlocución con la ministra de Hacienda. Un odio viral, que espolea la instantaneidad de la multitud en las redes sociales, donde la sinrazón vence al criterio, del que se hace valer Cristina Martín Jiménez para cabalgar a lomos del desatino contra la andaluza.
El mismo odio, por cierto, que tuvo que vivirse en España poco antes de 1936 y el golpe de Estado que, al fracasar, derivó en una Guerra Civil. Eso sí, sin conexión a la red, mas con idéntico rencor. La democracia hay que cuidarla y no podemos dejarla en manos de iluminadas y egos fatuos que se sirven de una legión de seguidores en las redes sociales para atacar a los representantes públicos, sean del partido que sean. Porque hoy será una socialista la acosada pero mañana puede ser alguien del PP, PNV o el BNG. El respeto, el decoro y la formalidad también forma parte de la democracia.
Por otro lado, con estas prácticas, se están cargando el periodismo. Lo que no entiendo cómo posee un doctorado. Cristina Martín Jiménez no hizo periodismo al encontrarse casualmente (o no) con María Jesús Montero sino propaganda, aprovechó la ocasión (amén del móvil) para generar una situación forzada cuyo ánimo no es lo que conteste o no la ministra sino perpetrar una situación que aflore bajas pasiones y ejecute la propaganda en internet. Eso no es informar, eso no es periodismo. Eso es, si acaso, propaganda retorcida. Y es neofascismo, digital, pero neofascismo.
Los políticos son personas, desde luego. Pero ya no es eso, que también, sino que acosando a los representantes públicos laminan la democracia. Es una falta de respeto absoluto al político de turno pero, igualmente, al resto de la ciudadanía. Cuando acosan a un representante del pueblo, lo están haciendo a la sociedad en sí. Por eso la extrema derecha opera con estos mecanismos en internet para alzar situaciones paralelas que carcomen la democracia. Mucho cuidado con esta deriva, que va a más y que si no se contiene a tiempo engendrará desenlaces peligrosos que todos pagaremos.
Fernando | Viernes, 22 de Agosto de 2025 a las 20:07:21 horas
Y usted Don Pelayo deriva a la extrema derecha,que se le va a hacer,tendremos que seguir soportando sus chorradas como buenos democratas,salud con el.puño cerrado en alto
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