
Gran Canaria ha sido asolada en los últimos meses por el transfuguismo. Un representante institucional no es un trabajador por cuenta ajena que tiene un contrato laboral, tampoco es un personal eventual que ha sido nombrado y que asimismo puede ser cesado por el político que lo designó, todo lo contrario: el acta se obtiene con la confianza democrática vertida en las urnas por la ciudadanía, por la liturgia electoral del procedimiento convocado. Ahí, y solo ahí, es ungida la legitimidad del representante insti
tucional. Sin embargo, hemos visto cómo diversos políticos con presencia en plenos de las instituciones se han dado de baja del partido con el que concurrieron a las urnas y se han ido a militar a otra organización ‘robando’ el acta.
En los casos de coaliciones electorales que nutren las planchas, uno puede esgrimir el argumento que su militancia estricta es a una formación concreta y no a la general en la que participó. También cabe argumentar, en el supuesto de ir en la lista gracias al partido concreto que opera de paraguas y del que se ha dado de baja, que lo ha hecho por malas relaciones sobrevenidas internas, cuestiones de conciencia en el obrar y el voto o demás lindezas y luego, eso sí, no irse a otro partido ya creado o constituido paralelamente. Es decir, quedarse el representante en un ángulo de separación hacia las siglas originarias, manteniendo el acta (que jurídicamente pertenece a la persona) y no irse a militar a otras siglas.
Este tipo de actitudes degradan la democracia. Por supuesto, dan munición a la extrema derecha para cuestionar las instituciones y la democracia representativa. ¿Para qué queremos democracia si sus principales integrantes, en primera fila, no la cuidan?, dice (y con razón) la ultraderecha y los diversos populismos.
Debe denunciarse todo esto porque de un tiempo a esta parte florece una frivolidad rampante que valida todo cuando, en puridad, merman los cimientos de la democracia representativa. Si una persona ha sido elegida en una lista, estando militando estrictamente en las siglas cardinales que la componía, no una federación de partidos, y se da de baja y se va a otro partido ya creado o construido sobre la marcha, eso es transfuguismo de tomo y lomo. Una falta de respeto a tus votantes y, también, desde luego, a uno mismo; aunque aquí ya entra la conciencia y la verdad consagrada de que en el pecado va la penitencia. Además, si no eres exigente contigo mismo, tampoco puedes serlo hacia el resto de integrantes del pleno o en tu fiscalización hacia los que gobiernan. Directamente te invalidas con semejante actitud indecorosa. La rectitud, lo honorable y lo responsable hacia la ciudadanía que depositó su confianza en las urnas para hacerte valedor de su representación, es entregar el acta. Y cuanto antes.

























José Luis Brito | Miércoles, 20 de Agosto de 2025 a las 15:28:22 horas
Muy bien explicado Rafael Alvarez, esto va para TODOS los políticos, también para los que dicer ser los buenos
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