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Domingo, 26 de Octubre de 2025

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Desde la acera de enfrente

Juegos de poder

Reflexión del exconcejal socialista Gregorio Viera

GREGORIO VIERA VEGA Domingo, 17 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura: Actualizada Domingo, 17 de Agosto de 2025 a las 11:59:35 horas

Los juegos de poder son dinámicas en las que individuos o grupos compiten por influencia, control o autoridad. Michel Foucault, uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, revolucionó la comprensión del poder al desmitificarlo como una posesión estática. En lugar de considerarlo algo que unos tienen y otros no, lo definió como una “red de relaciones dinámicas”, siempre en movimiento y ejercido en múltiples direcciones. Su famosa frase: “El poder no es un objeto que se posee, sino una relación que se ejerce”.

 

Los juegos de poder dentro de los partidos políticos son elementales para comprender cómo se toman decisiones, quiénes acceden a cargos y cómo se mantienen las estructuras de influencia. Estos mecanismos pueden ser tanto formales (estatutos, elecciones internas) como informales (lealtades, traiciones, pactos ocultos). Quien tiene el control de la estructura partidista, realiza los nombramientos clave, pues quien controla el Comité Ejecutivo o la Secretaría General maneja recursos y candidaturas. Ahí se mide las lealtades jerárquicas: los militantes dependen de líderes para ascender, creando redes de fidelidad. Sistema de cuotas. Grupos dominantes que se reparten cargos para mantener equilibrios.

 

En la sociedad actual nos enfrentamos a los juegos de poder entre la sumisión, la resistencia y la transformación. El poder, como red de relaciones (según Foucault), impregna toda la vida social. Pero, ¿cómo reaccionan las personas y las comunidades ante sus dinámicas? Desde la aceptación pasiva hasta la revolución, las estrategias varían según el contexto, los recursos y los valores en juego. ¿Podría haber un mundo sin juegos de poder? Parece que no, pero sí podemos transformar sus reglas. La historia muestra que sociedades aparentemente estáticas pueden cambiar rápidamente cuando se rompe el “consenso” que sostiene al poder.

 

Uno de los ejemplos más cercanos de esa dinámica de poder se encuentra en nuestro municipio de Telde. El poder en la política local suele ser más personalista y menos institucionalizado que en otros niveles supramunicipales, lo que facilita prácticas que podrían calificarse de clientelares y autoritarias. Sin embargo, también existen casos de liderazgos transparentes que promueven la participación ciudadana y la rendición de cuentas. Esas dinámicas de poder en el ámbito de la política local son una constante en la dinámica de gobiernos municipales y otras estructuras de gestión cercanas a la ciudadanía. Estas dinámicas implican luchas por la influencia, el control de recursos, las alianzas estratégicas y, en algunos casos, prácticas poco transparentes.

 

Tanto en el gobierno como en la oposición se van fraguando una serie de alianzas y rupturas que derivan en coaliciones frágiles. Partidos o facciones se unen para ganar elecciones, pero posteriormente surgen conflictos internos. Se producen cambios de bando. Líderes locales que pueden cambiar de partido si perciben una mejor oportunidad de poder. Pactos con actores externos y acuerdos con gobiernos insulares o regionales para obtener recursos a cambio de lealtad política. Estos representantes públicos que se presentan bajo siglas que les dan amparo, funcionan como microcosmos de poder, donde se combinan ideales con ambiciones personales. Quienes dominan estas dinámicas suelen ser estrategas fríos que saben cuándo negociar, cuándo romper alianzas y cuándo mostrar lealtad.

 

El poder no es negativo en sí mismo, pero su búsqueda desmesurada destruye vínculos. Debemos comprender que resistir no es destruir el poder, sino reconfigurarlo. Cuestionar nuestra propia participación en esa dinámica de poder: ¿Somos cómplices, críticos o agentes de cambio? Donde hay poder, siempre hay resistencia y participar de esa dinámica depende de cada uno de nosotros y, por ello, debemos observar estas dinámicas en su entorno y decidir si participamos, las reformamos o las rechazamos.

 

En municipios como el nuestro, las relaciones interpersonales pueden tener un peso igual o mayor que la ideología en la toma de decisiones. Antiguas amistades rotas, conflictos familiares o rivalidades profesionales pueden traducirse, y así ocurre, en bloqueos políticos. Se percibe la existencia de una agenda oculta. El discurso público que se escucha en el pleno puede centrarse en mejoras para la ciudadanía, mientras que las verdaderas motivaciones son otras: proyección política personal, favores a aliados o preparación para aspirar a un cargo superior. Si bien no todos los casos son iguales, presentan similitudes desde la perspectiva externa...desde la acera de enfrente.

 

Gregorio Viera Vega fue concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Telde.

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