
Llega el puente del verano por excelencia. El 15 de agosto se celebra la Asunción de la Virgen María. Y esto provoca numerosas fiestas en los pueblos. Una cita que se retrotrae mucho tiempo atrás. Hasta tal punto, que es motivo de escenario y ambientación de la película ‘La vaquilla’ (1985), del director Luis García Berlanga. Es una comedia/tragicomedia que narra las andanzas y desventuras de un grupo de republicanos que se infiltran en zona nacional para robarle el animal a los nacionales y así aguarles la festividad. El largometraje está bien, aunque pudo estar aún mejor dada la factoría genial de Berlanga. Mas la intención es tremenda: trata, a pocos años de la Transición, en 1985 estamos aún en el primer mandato de Felipe González, de reunificar a las dos Españas con su cine. Merece la pena visionarla. Cuenta con un reparto de primera división: Alfredo Landa, José Sacristán… Otrora la ponía de cuando en cuando TVE en su parrilla.
Berlanga procuró que España se riese consigo misma, también con sus miserias. A fin de cuentas, las guerras civiles son las que más cuesta olvidar (si es que olvidar es el término adecuado) y que más daño causan. No hay nada (todavía) más horrible que matarse entre prójimos que comparten patria. Aunque, huelga decir, que ningún conflicto bélico tiene sentido. Es la maldad diabólica instalada en la tierra. El absurdo creado por intereses de empresas armamentísticas y políticos incompetentes, repletos de ego y estrechos de mente. Una combinación letal que mata a la clase trabajadora mientras un puñado de pudientes mueve fichas sobre un tablero mientras se creen importantes desde su enorme fatuidad.
Dada la polarización política que asola a España, me pregunto si tendría hoy éxito películas como ‘La vaquilla’. Posiblemente, correrían el riesgo de no ser bien recibidas pues la legión de fanáticos de uno u otro signo ideológico la repudiarían con sus comentarios amorfos, carentes de argumentos y de inteligencia, que despliegan en las redes sociales.
España no es lo que estilan los abonados a la sinrazón y, en ocasiones, al odio. Si triunfan las tesis de estos, no habrá estabilidad política y, antes o después, vendrán más guerras. No sé cómo serán estas guerras del futuro, pero serán dantescas, crueles e injustas. Los clásicos nunca mueren. Si las minorías se aprovechan de los efectos amplificadores de las redes sociales y la falta de intermediación de los medios de comunicación, a la par que se desprestigia a los intelectuales, no habrá democracia ni paz. Sin reconocer el legado que nos dejaron otros, se expandirá la mezquindad pastoreada por políticos irresponsables e insensatos.
Pelayo | Viernes, 15 de Agosto de 2025 a las 16:52:15 horas
Directores de cine españoles en nomina del gobierno, subvencionados y con el monotema de la guerra civil, según la versión de los perdedores de dicha guerra, por supuesto.
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