Lagrimas de San Lorenzo en la cumbre de Gran Canaria/LP-DLP.Las noches de agosto en la cumbre teldense están teniendo este año un brillo especial. Desde hace varias madrugadas, a partir del barrio de Cazadores, el asfalto se convierte en una suerte de pasillo hacia las estrellas, donde decenas de personas se congregan para contemplar uno de los espectáculos naturales más esperados del verano: la lluvia de meteoros conocida popularmente como las Lágrimas de San Lorenzo.
El fenómeno, cuyo nombre científico es perseidas, se produce cada año cuando la Tierra atraviesa la nube de partículas que deja el cometa Swift-Tuttle en su órbita alrededor del Sol. Estas diminutas rocas, al entrar en la atmósfera, se desintegran a gran velocidad, generando destellos luminosos que surcan el cielo nocturno. El momento de máxima actividad se da en torno a la segunda semana de agosto, especialmente entre las 00:00 y las 04:00 horas, cuando la oscuridad es más profunda y el espectáculo se aprecia en todo su esplendor.
En Telde, la altitud y la escasa contaminación lumínica de la zona de cumbre ofrecen un lugar privilegiado para la observación. Desde hace varios días, los accesos a Cazadores y las carreteras que conducen hacia Los Llanos de la Pez o el Pico de las Nieves muestran una imagen pintoresca: coches aparcados en arcenes y explanadas, familias enteras bajando sillas plegables, mesas de camping y neveras portátiles; parejas arropadas con mantas; amigos compartiendo termos de café y bocadillos mientras miran hacia arriba con paciencia y expectación.
El ambiente tiene algo de romería estelar. No faltan las conversaciones en voz baja para no romper la magia, las exclamaciones de sorpresa cuando una estela especialmente brillante cruza el cielo y los teléfonos móviles que intentan —con resultados dispares— capturar el momento. Los más previsores llevan prismáticos o incluso cámaras con trípode, aunque la mayoría coincide en que, para disfrutar de las perseidas, basta con tumbarse y dejarse envolver por el silencio y el frío de la madrugada.
Quienes acuden por primera vez se sorprenden de la cantidad de gente que se desplaza a la cumbre teldense en estas fechas. Aunque el flujo de visitantes es constante, los picos de afluencia se producen entre las 01:00 y las 03:00 horas, coincidiendo con el tramo más activo de la lluvia de meteoros. Las carreteras, sin llegar a colapsarse, muestran un inusual movimiento nocturno, prueba de que el interés por este fenómeno crece cada año.
Las Lágrimas de San Lorenzo no son solo un regalo para los aficionados a la astronomía. También se han convertido en una excusa perfecta para vivir la montaña de Telde de una manera diferente: abrigado, con una bebida caliente en las manos y la mirada puesta en un cielo que, por unas noches, parece más cercano y generoso. Un recordatorio de que, a veces, los mejores espectáculos no se compran… se buscan en la oscuridad y se disfrutan en compañía.

























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