
El partido de Santiago Abascal juega a la eliminación histórica. La Historia se recuerda por dos generaciones, eso dicen. Es la memoria emocional que se imprime en los que sufren y vienen justo después: sus descendientes directos. Esta máxima la tuvimos presente todos aquellos que somos hijos de la segunda mitad del siglo XX e inicios del actual, hasta la Gran Recesión de 2008. 1945 pone fin al nazismo y al fascismo, gracias a los aliados y la Unión Soviética, que fue quien más sufrió pérdidas humanas y desgaste en su propio territorio entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial; pero no se recuerda porque el cine luego fue estadounidense y no soviético. Cosas de política comercial.
Con este caldo se entiende igualmente la dictadura franquista. Lo que ocurre es que Francisco Franco, como António de Oliveira Salazar y su sucesor Marcelo Caetano en Portugal, aguantó hasta la década de los años setenta amén de su anticomunismo que aprovechó Estados Unidos durante la Guerra Fría. La entrada de España en el espacio europeo y (antes) la consolidación de la democracia, llegó tarde con respecto a los países europeos del norte.
Vox cabalga a lomos de las redes sociales y la desinformación. Utiliza la desmemoria, el olvido del relato para esparcir sus mensajes; especialmente entre los más jóvenes. Vox es una formación preconstitucional, no porque se creara antes de 1978 (ostenta una década mal contada) sino porque pretende recuperar lo anterior a la Transición. Vox no cree en la Constitución. Las cosas hay que llamarlas por su nombre, ya hay que decirlo. Vox no es un partido más de derechas, que sería legítimo, faltaría más, sino que aboga por la ilegalización de otras siglas y de los derechos de las minorías, y eso es neofascismo.
Tan desnortado está Vox que, por último, ataca a la Iglesia católica que, por su parte, teme que se rompan los consensos constitucionales del 78. El neofascismo de Vox hipoteca a conservadores, liberales y democratacristianos; las ramas ideológicas clásicas y democráticas de la derecha en el Viejo Continente. Abascal aspira a cargarse al PP para suplantarlo como primera fuerza de la derecha y, por ende, dinamitar el régimen del 78; incluida la monarquía, recordemos que los monárquicos de don Juan y los falangistas se llevaban mal durante las décadas de la dictadura. Nada nuevo bajo el sol. Vox es retornar al franquismo sociológico que negaba los derechos de la mujer, el sindicalismo y tantas otras cosas, también, claro está, la propia democracia. La virulencia de la extrema derecha en España es proporcional a la desgracia que nuestros antepasados vivieron. Además, una finalización de la Guerra Civil donde no hubo ni piedad ni perdón sino una larga dictadura con represión y aniquilación de los demás. Si es por Abascal y Vox, tampoco habría habido Transición.
javierbumo@hotmail.com | Jueves, 14 de Agosto de 2025 a las 16:40:27 horas
La 'memoria histórica' la remonto a la generación de mi padre. Vivió la Guerra Civil, fue 'niño de la guerra'. También me cabe nombrar a mi abuelo que participó con la Guardia Civil en las confrontaciones de aquellos tiempos. En Rusia tuvo una pequeña intervención y aprendió lo que es comer 'cáscaras fritas de naranja'. Nos educó en no tirar a la basura ni una migaja de pan. Por su parte mi padre, quizá su disciplina fue más férrea, pero pasó las de 'Caín' y, con siete hijos, ustedes me dirán cómo se lleva a cabo esa empresa, en aquellos años 50. Fue el Sáhara nuestro refugio para tener algo más que llevarnos a la boca. Años turbios, convulsos y llenos de desesperanza. La 'memoria', el que esto escribe, no habla de Vox porque es de creación bastante 'incipiente', aunque ya tenga su mayoría de edad. ¿Hablemos de Bildu, de ERC, o del Partido Comunista? ¡Seguro que hay poca memoria de éstos! Claro, no interesa ese 'pasado sangriento'. Al igual que el del General Franco. Soy liberal y cada día más. Las ideologías están 'obsoletas'. ¡Seamos 'solidarios' y busquemos un 'fin común'! Javier Burón.
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