
De nada vale pasar por la vida si no has contribuido a la misma, a los demás. La esfera individual es territorio inerte si no hay alimento y esfuerzos destinado a lo colectivo. En tiempos en los que prolifera la necesidad de la autosatisfacción y el vencer las depresiones (que las hay, y muchas) hemos obviado que contribuyendo nos hacemos mejores. Es más, se es más feliz dando que recibiendo; aparte que una cosa y la otra se retroalimentan. Militar es eso: ofrecer, apoyar, comprometerse. Un compromiso hacia la sociedad. Lo puedes hacer desde un partido político, un sindicato, una asociación de vecinos, una ONG… desde múltiples sitios. La militancia transforma la realidad que te rodea pero, a la vez, y no siendo menos, te transforma a ti.
Una de las grandes victorias del neoliberalismo rampante ha sido el deshacer los lazos colectivos. El privatizar la vida. Y eso no solo es insostenible con los años, porque es antipolítica, y de la política no se puede uno desprender, sino que (además) ha inculcado una privatización de lo personal que luego, y con frecuencia, deriva en tristeza, aislamiento, apatía, indolencia e incomprensión del mundo en el que vives. Por el contrario, militar implica vehicularte con los demás, compartir, progresar, superar adversidades… toda una escuela de vida.
No hay fármaco ni antidepresivo que sustituya a la militancia. En gran medida, porque esa militancia a favor de una causa, de unas ideas, es la personificación de la lucha por mejorar lo colectivo, te entregas, y esto permite la espiral virtuosa (amén de esfuerzos mutuos) de encontrarte a ti mismo pues te ubica ante la sociedad. Militar es comprender, militar es formación y acción. No hay trabajo ni posición en una multinacional o gran empresa que disponga lo mismo: en la lógica del capital y el interés inmediato del negocio no irrumpe el interés del otro, de tu semejante.
Y la felicidad no está en la comodidad. Puedes tener aire acondicionado, un sofá cómodo y los mejores utensilios a tu alrededor en casa o en el coche, que nada de eso te hace feliz. No te lo asegura. Por eso hay personas que aun disponiendo de todo o casi todo, en cambio no son felices. Aparenta ser una paradoja y, sin embargo, es una realidad que nos recuerda que, sin el otro, sin los demás, sin tu vinculación con la sociedad, la que sea, no eres nadie; solo un átomo, un ego, un incomprendido.
javierbumo@hotmail.com | Sábado, 09 de Agosto de 2025 a las 10:25:11 horas
Rafael, no comulgo con el título: "Militar". Nada o apenas nada tiene que ver con la sociedad en la cual vivimos. Una cosa es la 'disciplina' que se trataba de imponer con cierta (a veces excesiva) rigurosidad y otra muy distinta hablar de un 'neoliberalismo' más propio de algunos regímenes que, por suerte, hoy están 'obsoletos'. Si queremos gozar de ese 'bienestar' del que hablas en tu escrito, no hay nada mejor que poder tener unas sencillas 'comodidades' para encontrar la felicidad que, por desgracia, se 'restringe' a unos instantes o momentos que representan mucho para cada uno de nosotros pero sin olvidar que si mezclamos con 'política' (muy necesaria en una sociedad) y ésta no es todo lo solidaria y responsable con nuestros quehaceres, mal no, muy mal nos va a ir en esta vida que continúa siendo 'muy bella'. Javier Burón.
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