ZP y los ‘polimilis’

Uno de los grandes aciertos de José Luis Rodríguez Zapatero fue acabar con ETA. Naturalmente, la debilidad organizativa de la banda terrorista para cuando Zapatero está en La Moncloa, es muy precaria. José María Aznar aupó la ilegalización de las siglas políticas (HB y sucesivas marcas) de ETA, y a pesar de las dudas iniciales de los nacionalismos periféricos y de las izquierdas, fue efectivo. Mas el mérito final, el broche de oro, lo puso Zapatero y así debe hacer gala; aunque no le valiera en las elecciones generales de 2011 a Alfredo Pérez Rubalcaba para amortiguar su derrota.

Con todo, viene a cuento esto porque se ha normalizado la brecha entre PSOE y PP de haber negociado o no con ETA, cuando lo cierto es que ambos lo hicieron en sus respectivos momentos presidenciales; hasta que Zapatero clausuró a los terroristas. Aunque hay otro dato que suele escaparse: la inserción en la vida política democrática de los llamados ‘polimilis’ (la rama político-militar de ETA) fue justo antes de todo eso, aconteció con la UCD en 1982.

Es decir, lo que harían los socialistas y populares con el tiempo, ya la UCD lo había hecho. Es más, numerosos ‘polimilis’ acaban integrando las filas de Euskadiko Ezkerra que, con los años, incluso, una parte de este partido culminó su viaje en el PSOE (Mario Onaindia, Teo Uriarte…). Tanto que la derecha le reprochó al socialismo su aproximación a la negociación, y luego no solo el PP actuó de la misma forma sino que el PSOE prosiguió la senda que había marcado UCD, actor esencial de la Transición.

Entonces, si UCD entendió a los ‘polimilis’, si Rubalcaba dijo aquello de que eligiesen entre votos o bombas (y mejor votos, desde luego; por mucho que, ojalá, lo hubieran hecho antes) y hoy EH Bildu forma parte del juego parlamentario, ¿por qué no celebrar la pacificación? Forma parte de la retahíla de Vox cargar contra EH Bildu, es previsible, cuando en la actualidad la ultraderecha quiere ilegalizar a los partidos nacionalistas periféricos. Solo asumiendo la Historia de España, con todas sus dimensiones, con su letra pequeña, se puede avanzar en la resolución de las problemáticas; como lo fue, en su día, el terrorismo. Si Vox diera el paso de aceptar que en democracia es normal que otros escaños defiendan ideas muy distintas a las tuyas, cuyos representantes han sido elegidos en las urnas, y no deben ser ilegalizados, ganarían enteros. Aunque, claro está, en ese instante Vox dejaría de ser ultraderecha ‘per se’. Y es ir contra su idiosincrasia.