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Opinión

La lucha canaria y el Pollo en el Terrero

Juan José Sanchez

JUAN JOSÉ SÁNCHEZ MARTÍN 3 Miércoles, 30 de Julio de 2025 Tiempo de lectura: Actualizada Miércoles, 30 de Julio de 2025 a las 10:13:10 horas

Para los aficionados a la lucha canaria resulta un misterio la arraigada costumbre de usar la  palabra “Pollo” como reconocimiento a destacados luchadores del vernáculo deporte desde finales del Siglo XIX y, con más frecuencia, a partir del  del XX.  

 

Misterio  que trataré de desentrañar en este artículo, a riesgo de  recibir los pencazos, zamagazos o leñazos de rigor; bien sea por cango, desvío o pardelera. Sin perjuicio de una más docta teoría,  que acepto de antemano con la proverbial nobleza que caracteriza a nuestro tradicional deporte.

 

En el lenguaje castizo madrileño del siglo  XIX la palabra “Pollo”, entre sus múltiples  acepciones,  venía utilizándose para definir a los hombres “jóvenes guapos y bien planta’os”. En 1830, en el Palacio Real  nace la princesa María Isabel de Borbón y Borbòn y tres años más tarde muere su padre Fernando VII; heredando la corona con solo tres años y desempeñando la Regencia su madre la Reina María Cristina hasta 1840, y luego el General Espartero hasta 1843 en que es obligado a dimitir.

 

La Regente, más interesada en sus cosas que en la educación de la Reina Isabel II no fue, precisamente, un buen ejemplo para ella; ya que a los dos meses de quedarse viuda ya tenía un nuevo amante: Fernando Muñoz, Sargento de la Guardia Real.

 

Y de la que se decía: “La Regente es una dama casada en secreto y embarazada en público”, pues llegó a tener ocho hijos después del fallecimiento de su marido el rey.  A la que sus enemigos carlistas le dedicaron la siguiente copla: Clamaban los liberales/que la reina no paría/y ha parido más muñecones/que liberales había.

 

Escándalo palaciego que provoca el  adelanto de  la mayoría de edad de la Reina Niña que accede efectivamente al trono con tan sólo trece años. Al cumplir dieciséis, en un matrimonio por razón de estado, la casaron con su primo Francisco de Asís y Borbón. Expresando esta, desesperadamente, cuando lo supo: “Con Paquita no”, apodo con que se conocía a Francisco por su  homosexualidad. 

 

Llegando a afirmar respecto a este matrimonio: “lo acepto como reina; pero no como mujer”. Ella, que no había llegado virgen al matrimonio, pues su mentor Salustiano de Olózaga, además de ejercer las  labores propias del cargo, se encargó de su desfloración y de iniciarla en las artes amatorias.

 

Confesaría años más tarde en una conversación con D. Fernando de León y Castillo, insigne político canario, nacido en Telde, que su  noche de bodas lo pasó fatal, pues: ¿Qué cabía esperar de un hombre que llevaba más encajes en su ropa que yo en la mía?

 

A partir de ahí empezó a satisfacer sus apetencias sexuales  con ”hombres jóvenes, guapos y bien planta’os”. Uno de ellos, José Ruiz de Arana militar y Conde de Sevilla La Nueva, conocido como el “Pollo Arana”, padre de la Infanta Isabel, conocida como “La Chata”  y “La Araneja”.

 

Corriendo de boca en boca una copla muy popular entre los madrileños: Dicen que el Pollo del Barrio/se ha subido al mirador/p’a clamar contra ministros/con más plumas que valor.

 

Otro de los amantes de la reina fue Enrique Puigmoltó y Mayans militar valenciano, conocido como el ”Pollo Real”, padre de Alfonso XII, a quién su madre le reveló: “hijo lo que tienes de Borbón, lo tienes de mí”. 

 

Y a partir de ahí tuvo un buen número de aventuras, más o menos ocasionales, con hombres jóvenes,  normalmente  oficiales del ejército,  a los que se conocía con el sobrenombre de “Pollos de la Reina”.

 

Dando lugar a otra copla más popular aún: La reina tiene un amante que no es duque ni conde/es un pollo de uniforme que le canta por las noches/Carlos Marfori en la corte, con plumas y con bastón/que más que ministro parece el gallo del corralón.

 

Este comportamiento tan licencioso, exacerbado por su innumerables enemigos políticos, pasó de la Villa y Corte a  ser objeto de los más variados comentarios  por toda la geografía nacional .

 

Observándose que, por extensión, a partir de finales del siglo XIX y principios del XX, con más frecuencia, a los luchadores canarios jóvenes y bien dotados físicamente comenzara a apodárseles, como gesto de reconocimiento,  con la  palabra “Pollo” y el nombre del lugar de procedencia:  “Pollo de Telde”, “de Las Canteras”, “de Arrecife”, “de Tazacorte”, “de Fuerteventura”, “de Isora”, etc.

 

Aunque también con otras denominaciones como  “Pollos Sosa”, “Pollo de Las Calabazas”, “de Los Olivos”, “de La Plaza”, “de La Calle”,  “del Trigo”, “del Cura”,  etc.

 

No habiéndose podido documentar el término “Pollo” en la isla de La Gomera, pues la lucha en esta isla dejó de practicarse, de forma pública y organizada, en el último tercio del siglo XIX.

 

Como curiosidad y casualidad a Antonio  Estévez, “Pollo de Guía”, también se le conocía como “Pollo Reina”, por su segundo apellido, aunque estamos seguros de que no tuvo nada que ver con la procaz soberana.

 

Aún hoy, en el Siglo XXI,  la palabra “Pollo” sigue enalteciendo  a destacados intérpretes del noble arte de la lucha canaria: síntesis de cultura y ancestral deporte. 

 

Juan José Sanchez Martín fue presidente de la Federación Insular de Lucha Canaria de Gran Canaria

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