La diferencia en valores entre Marcelino Camacho y Koldo García es abismal. El primero, fundador de Comisiones Obreras, era una persona íntegra, recta, honesta, compañero de sus compañeros y valiente. De una pieza. Era fresador (metalúrgico) y le debemos su inestimable contribución para el marco laboral actual de derechos. Fue un ejemplo. Pero no quiero detenerme en esto sino lo traigo a colación a modo de contraste con lo que se ha convertido en el presente algunos estilos partidistas deleznables. Entre otros extremos, el espionaje que promovió Koldo García dentro del PSOE para controlar el poder que ungió al ‘sanchismo’. Todo ese barrizal, con el puterío y las presuntas corrupciones como guindas, que destronó la imagen del PSOE. Lo que era la política entonces, y sus organizaciones, y lo que aflora en 2025.
Camacho y su pareja, Josefina Samper, vivían en un piso en Carabanchel (Madrid). Un hogar (también emocional) en el que se resistía las inclemencias del franquismo, se ideaba acciones sindicales y, con el tiempo, fue frecuentado desde la admiración por los amigos y compañeros que iban a visitar al sindicalista, ya retirado. Fue la austeridad teorizada por el comunista Enrico Berlinguer plasmada en la realidad.
Estos perfiles, junto a otros, ilustraron lo que suponía la vida pública para las generaciones nacidas en democracia. Herederos de su esfuerzo, sufridores de cárcel y represión, insuflaron el respeto democrático para los que vendrían después ya, por así decirlo, con las cosas hechas.
Sin embargo, en 2025 resulta que, dentro y fuera de España, la amenaza a la democracia existe. No es cosa solo del periodo de entreguerras europeo que fue superado, con conflicto bélico mediante, en 1945. Todo ese universo de democracias liberales precarias, neofascismos, populismos y afán de carcomer los lazos colectivos para ensalzar el neoliberalismo (que pone a la persona al servicio del dinero) se erige con fuerza. Y exige ser contestado para preservar la democracia como espacio común que albergue a la sociedad, con independencia de lo que cada uno libremente piense y vote. Pero la democracia no se mantiene como se pinta una fachada, se cuida (igualmente) desde lo no material. Por eso Koldo y demás farándula generan un daño enorme, que traspasa, desde luego, al mero PSOE. Evidentemente, es letal para el centroizquierda; como esa ‘fontanera’ de Ferraz llamada Leire Díez que posó ante los medios de comunicación deseosa de protagonismo y sin ningún pudor o recato, tras conocerse sus aproximaciones a la Guardia Civil con (supuesto) ánimo de cloaca. Vamos, un auténtico espanto que dinamita la credibilidad pública.
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