Gobernar de espaldas

La Asociación de Vecinos de Pino Seco, en Arguineguín, no quiere que se construya el velatorio que tiene planeado el Ayuntamiento de Mogán. Miles de personas han mostrado su rechazo y la Diputación del Común ha admitido a trámite la queja. ¿Cómo es eso posible? Se preguntará usted. Porque la oposición no es al edificio en sí, sino a la ubicación: al lado de varios centros educativos y a un centro de día. El colectivo vecinal alude al derecho constitucional que tienen a participar en los asuntos públicos; quieren poder decidir, ser consultados…

Me resulta llamativo porque, desde hace unos años, la sensación de no ser tenidos en cuenta parece estar más presente en la ciudadanía canaria. Lo hemos notado con las manifestaciones de Canarias Tiene un Límite y, de manera más cercana, en el barrio en el que resido.

En los últimos tiempos, Jinámar se está pareciendo a una caja de bombones, como diría Forrest Gump. Nunca sabes lo que te vas a encontrar.

De pronto, te levantas y descubres que están construyendo un restaurante y una gasolinera. Otro día, te enteras por la tele, de que Fernando Clavijo estuvo al lado de tu casa para poner la primera piedra de un edificio que dicen va a ser la repanocha, con helipuerto y todo. A veces, incluso, te asomas al balcón y te llevas la sorpresa de que el Ayuntamiento ha decidido cambiarte las calles y eliminar plazas de aparcamiento… En Jinámar está aconteciendo algo que tiene muy cansada a la gente. A poco que se hable con los vecinos, todos coinciden en los mismo: No se les tiene en cuenta para nada. No se les consulta ni se les informa sobre lo que les afecta directamente. Y es que Jinámar es su casa y desconocen lo que otros están haciendo en ella.

Sin ir más lejos, con la construcción de las nuevas viviendas, los habitantes andan despistados. Se escuchan comentarios sobre que la obra no tiene permiso o que en la ladera no se puede construir porque es zona ajardinada, que por eso el Consistorio se gastó su buen dinero en el riego, aunque es posible que la última vez que se puso en marcha la población aún cogía el Salcai. Se quejan de que los responsables del Gobierno de Canarias y del Consistorio teldense no hayan mantenido una reunión con los vecinos para dar explicaciones, aclarar dudas o preguntar sobre las necesidades del barrio…

Los muchachos de la obra llevan más de una semana realizando el vallado y todavía no se ha colocado el cartel informativo correspondiente para que las personas puedan conocer cuál es la empresa adjudicataria y cuánto tiempo durarán los trabajos. Los vecinos se encuentran en el mayor de los desconocimientos. ¿Cuánto se va a vallar? ¿Por qué están dejando inutilizada media acera? ¿Qué va a pasar con las palmeras y los gatos? ¿Van a hacer más aparcamientos para toda la gente que vive aquí? ¿A quién se le ocurrió la idea de poner un carril bici cuando no tenemos espacio para guardar las bicicletas en casa ni se pueden subir por el ascensor? ¿Quién les resuelve estas dudas? Por el momento, nadie. Durante muchos años, el silencio es la respuesta.

El sentimiento de abandono existe y es lógico. Los dirigentes están gobernando de espaldas a la ciudadanía. Será que Jinámar se halla demasiado lejos de la ciudad de Telde o, quizás, es que carece de una población lo suficientemente numerosa como para que se la tenga en consideración… ¿Con los más de 21.000 residentes que tiene este barrio, no se podrían realizar actos municipales en el Parque de las Mil Palmeras? ¿El Parque de la Condesa no es un lugar idílico para celebrar el Día del Libro? ¿No se podría transformar la Casa Condal (que en Jinámar también hay una, aunque dejada de la mano de Dios) en una biblioteca, una sede para la Policía Local o un Hotel Escuela? ¿Por qué en Jinámar no existe un centro para que los mayores puedan reunirse y jugar a la zanga, al dominó o pegarse sus bailoteos? ¿Por qué no se construye un centro de salud en condiciones? ¿Por qué las denuncias ciudadanas que se envían a Teldeactualidad sobre la escasez de limpieza no se resuelven con la misma celeridad que en otros barrios del municipio? ¿Por qué para ir caminando desde la Avenida Joan y Víctor Jara hasta los centros comerciales, la gente tiene que jugarse la vida? 

Las preguntas sobre la dejadez que las instituciones tienen sobre Jinámar son infinitas. En el caso de los vecinos del número 9 de la calle Manuel Alemán, por ejemplo, ¿Es necesario que los residentes de este edificio tengan que convocar una manifestación para que un técnico elabore un informe sobre el estado de unos pilares? O, en cuanto al patrimonio, ¿no sienten un poco de vergüenza cuando los ciudadanos recurren a la Diputada del Común para que se protejan bienes de incuestionable valor, como la Casa de la Condesa?

Nuestros representantes políticos cobran de nosotros y deben trabajar para nosotros. Es su obligación. Porque son nuestros empleados, no nuestros jefes. Se equivocan si creen que su labor con Jinámar consiste en venir a sacarse la foto (o el vídeo) en el barrio cada 4 años, hacer como que se preocupan por los ciudadanos y pedir que metamos la papeleta de su partido en la urna. ¿Y después? ¿Esperan que nos pongamos a dormir durante los siguientes 4 años o, en el mejor de los casos, que vayamos echándonos unos bailes de fiesta en fiesta y que no molestemos? ¡Pues va a ser que no!

Jinámar existe durante la campaña electoral y continúa haciéndolo los años en los que se gobierna. Yerran aquellos que consideren contar con un cheque en blanco para hacer y deshacer a su antojo. 

Los ciudadanos tienen derecho a la participación, a la queja, a que se les escuche, a que se les tome en cuenta. Eso también forma parte de la democracia. No pueden seguir dándoles la espalda.

Sonia Vega es periodista colaboradora de TA.