Llega el cine de verano en los pueblos, como es el caso en Santa Brígida, en las medianías de Gran Canaria. Y los satauteños contarán con un tema sindical en su particular cartelera del estío. El año pasado triunfó la película ‘El 47’ (2024), dirigida por Marcel Barrena. Narra las luchas vecinales y los esfuerzos incansables de los que emigraron del sur peninsular a Barcelona y se instalaron en el barrio de Torre Baró. Llegaron y no había nada, nada de nada. Como tantas otras zonas periféricas de las grandes ciudades (de alu
vión) que solo a partir de la Transición comenzaron a asfaltar calles, poner alumbrado, alcantarillado… ¿Recuerdan lo que era Vecindario y aledaños en la década de los años sesenta y setenta? Un páramo donde reinaba la injusticia de la aparcería y la desigualdad social. Una historia de personas valientes, como Manolo Vital, conductor de guaguas, que a través de lo colectivo lograron que sus reivindicaciones se plasmasen. Si no bregas, no consigues nada. Los derechos se conquistan, nunca son regalados.
Sin embargo, este estupendo largometraje obvia algo que es esencial: Manolo Vital era militante de Comisiones Obreras (y del PSUC). No fue un extraterrestre que aterrizó en Torre Baró y, por ciencia infusa, cosechó éxitos. Era un militante, tenía conciencia sindical; de un sindicato de clase, como es Comisiones Obreras. Y sin esto, no puede entenderse nada; por mucho que la película sea muy buena, y digna de ser visionada. De hecho, el 31 de julio a las 21:30 horas la pondrán en el cine de verano de Santa Brígida, en la plaza de la iglesia.
Por consiguiente, las personas no son átomos que actúan por su cuenta, sin estímulos. Sobre todo, cuando se ensanchan los derechos y el bienestar. Ahora que tanto se debate, de forma pertinente, sobre la sostenibilidad de la democracia representativa, Comisiones Obreras y el sindicalismo de clase jugó un papel fundamental para que la democracia se hiciera realidad, tras el destronamiento de la dictadura franquista. En ese marco, y no otro, hay que ubicar a Manolo Vital. No era un asteroide que pasaba por ahí. Luchó y lideró a sus prójimos, inmersos en las penurias de un municipalismo en pañales, para arrebatar mejoras colectivas.
Lástima que el director no hiciera mención alguna al respecto. El cine tiene que jugar un rol de saber interpretar cómo fueron las cosas: la Transición, el sindicalismo, la democracia, las asociaciones de vecinos… Todo esto, sin militancia, sin personas comprometidas, no hubiese sido posible. No lo olvidemos.



























Antonio Agosto Suárez | Miércoles, 23 de Julio de 2025 a las 11:15:35 horas
Buen artículo Rafael. Enhorabuena. Vi la película y efectivamente, le falta exponer el compromiso sindical y político del protagonista. Era una época en la que el sindicalismo se ejercía con muchos sacrificios, de forma altruista y sin esperar nada a cambio. Pero desde hace tiempo los sindicalistas, se han profesionalizado y viven del sindicalismo. Lo mismo que los políticos que ostentan sus cargos a perpetuidad.
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