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Martes, 11 de Noviembre de 2025

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Tribuna Libre

Una pareja de ancianos

Alejandro Dieppa León

ALEJANDRO DIEPPA Martes, 01 de Julio de 2025 Tiempo de lectura: Actualizada Martes, 01 de Julio de 2025 a las 09:54:34 horas

Pensamiento: Si te sientas cerca de la entrada de tu puerta pon seguridad que la guarde y mantenga.

 

Cuento corto: "Desiempre" era un señor que junto a su esposa, "Paciencia", como hacían todas las tardes de verano desde hacía años, sacaron sus sillas a la calle, las colocaron debajo de la ventana que lindaba con la puerta de entrada de su añeja casa, y se acomodaron sobre ellas, saludando a varios vecinos del pueblo mientras degustaban una bolsa de pipas, sin sal, y al amparo de esta sana costumbre Morfeo les cantó un arrorro que les transportó a su universo de paz y confianza: Impas de las almas puras aprovechado por una ristra de ratas para ocupar, a hurtadillas, su hogar. 

 

Ya despiertos, ante la cruda realidad, certificaron que aquella prolífica plaga les impedía volver a su hogar: con amenazas físicas, con vejaciones verbales, con argumentos locos... 

 

Taquicardicos, impotentes, la pareja desahuciados, después de una noche al raso tratando de convencer, por las buenas, a los ocupas, apoyados por sus impotentes, como ellos, vecinos, al despuntar el alba, en vista del negativo resultado llamaron a la policía y al ayuntamiento y ciertos políticos, ante la exposición de hechos, invocaron la ley vigente y los agentes de la autoridad se vieron forzados a denunciar a la pareja de ancianos por "molestar" a los nuevos inquilinos y a defender "Ios derechos" de aquella plaga de ratas que ocuparon su hogar sin permiso, que violaron su intimidad sin permiso, que restregaron, sin pudor, su pestilente mala conciencia por todos los rincones de la vivienda de aquellos impotentes ciudadanos...

 

Después de tres meses de dura batalla legal contra la incoherencia legislativa, pusieron fin a sus vidas, como acto de protesta, frente a la puerta de su antiguo hogar.

 

El tiempo pasó, las ratas siguien dentro y por ironías de la vida, a hurtadillas, en las tardes de verano sacan sillas de los difuntos propietarios, se sientan al fresco, eso sí siempre atentos a que nadie les ocupe "su casa".

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