
La política, en teoría, debería ser el arte de servir al pueblo, de construir sociedades más justas y de velar por el bien común. Sin embargo, en demasiados rincones del mundo, se ha convertido en un teatro de mentiras, engaños y corrupción sistémica. Y duele. Duele ver cómo las promesas se desvanecen, cómo los discursos grandilocuentes ocupan el lugar de la acción y cómo los políticos, en lugar de servir, se sirven a sí mismos.
El engaño no solo se reduce a las promesas incumplidas, sino también a la manipulación mediática. Los gobiernos, de todos los colores ideológicos, invierten millones en propaganda para vender una realidad distorsionada. Las cifras se maquillan, los logros se exageran y los fracasos se esconden. Mientras, la ciudadanía, hastiada, termina por normalizar el cinismo.
Si las mentiras son el veneno, la corrupción es el cáncer que carcome las instituciones. No importa el país ni el partido: los casos de malversación, sobornos, nepotismo y tráfico de influencias se repiten una y otra vez. Dinero público que debería destinarse a hospitales, escuelas o infraestructura termina en cuentas offshore, en propiedades de lujo o en campañas políticas millonarias.
Lo más indignante es la impunidad. Aunque algunos corruptos caen, muchos otros salen indemnes, protegidos por leyes hechas a su medida o por un sistema judicial débil y politizado. Mientras tanto, el ciudadano común paga impuestos, sufre los recortes y ve cómo sus derechos se erosionan.
Duele ver cómo la política, que debería ser sinónimo de esperanza, se convierte en un nido de intereses mezquinos. Duele la desconfianza, el cinismo y la impotencia. Pero el dolor puede ser el motor del cambio. Hasta que no me duela más, seguiré denunciando. Hasta que no me duela más, seguiré exigiendo. Hasta que no me duela más, no me callaré.
Hago mía la reflexión de una concejala socialista del Ayuntamiento de Alcantarilla: “Durante muchos años he defendido las siglas que represento con uñas, con voz y con toda mi alma. He sido socialista desde lo más profundo de mí: desde el barro de los plenos municipales y regionales, desde la lucha por la igualdad en cada rincón, desde la trinchera feminista, desde las calles y desde los cargos que he ocupado con responsabilidad y orgullo. Y a pesar de todo lo ocurrido, de todo lo que estamos viendo y escuchando, aun estando rota y profundamente decepcionada, hoy decido quedarme”.
“Porque no quiero -ni puedo- regalarle este espacio a quienes han pisoteado lo que significa ser socialista. A quienes se sirvieron del partido en lugar de servirlo. A quienes han convertido la política en negocio, el poder en privilegio y el cuerpo de las mujeres en moneda de cambio. Eso no solo es repugnante: es absolutamente incompatible con cualquier ética política. Y aún más, con el feminismo que nuestro partido defiende”. Como feminista, me siento asqueado. Como militante de base, traicionado. Como hombre en política, profundamente decepcionado. Y, aun así, me quedo.
Lo fácil sería marcharse. Y reconozco que he estado a punto de hacerlo. Pero no. No voy a irme. Porque hoy lo valiente es quedarse. Seguir siendo incómodo. Seguir diciendo lo que duele. Seguir siendo una mosca cojonera. Seguir mirando a los ojos a la gente y poder decir que no todos somos iguales. Que aquí estoy. Y que me voy a seguir partiendo la cara porque creo en lo que defiendo. Porque quedarse también es resistir. Porque no todos somos iguales.
Gregorio Viera Vega fue concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Telde.

























Antonio C | Lunes, 23 de Junio de 2025 a las 06:56:38 horas
Yo creo en un país igualitario es decír al 50 por cien entre hombres y mujeres. No creo en machismo ni tampoco en feminismo, entramos en una estapa qué sí usted no cumple sus promesas tendrá qué decidir los ciudadano@s , algunas muy conocida yo no pactaria nunca con algún partido político "o no ".algunas veces no es bueno resitir pués te llevan por delante un partido político qué tiene su historia . También se puede vivir en el país el de nunca jamás y no crecer nunca ,En fin " lo mejor es elecciones y qué los ciudadano@s diga la última palabra cómo en todos los países democrático, En Fin
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