
El cineasta Armando Ravelo, natural de Telde, ha emitido este lunes un extenso comunicado público tras más de un año de silencio desde que se hicieran públicas en redes sociales y medios algunas acusaciones de presuntos acosos sexuales. Ravelo, figura reconocida en el ámbito cultural canario, afirma que este tiempo ha sido necesario para su recuperación emocional y psicológica, y para preparar su respuesta con asesoramiento legal.
En su declaración, Ravelo niega rotundamente la existencia de denuncia o procedimiento judicial alguno en su contra y asegura no haber sido requerido por la justicia en relación con los hechos que se le atribuyeron públicamente. Al contrario, anuncia que ha interpuesto una demanda por difamación contra un medio de comunicación, que ha sido admitida a trámite por los juzgados de Las Palmas de Gran Canaria.
El comunicado señala que muchas de las acusaciones fueron, en palabras del autor, “inventadas, tergiversadas o narradas de forma sesgada”, y lamenta que se le haya sometido a un “juicio público sin garantías” que, según él, vulneró principios fundamentales como la presunción de inocencia. Ravelo también critica el papel de algunas redes sociales y medios que, a su juicio, “amplificaron versiones sin el mínimo contraste exigible”.
Aunque reconoce haber cometido errores personales en el pasado, el cineasta aclara que estos han sido manipulados para construir sobre ellos relatos de una gravedad que considera “rotundamente falsa”. Añade que, por respeto a la privacidad de otras personas implicadas, no detallará públicamente esos aspectos, aunque reitera su disposición a dialogar en privado con quien lo desee de buena fe.
El director de La cueva de las mujeres y Mah considera este comunicado como un “punto de inflexión”, con el objetivo de cerrar una etapa dolorosa y retomar su actividad creativa. También afirma que, a partir de ahora, responderá legalmente a cualquier nueva acción que considere lesiva para su honor.
“No busco impunidad, exijo justicia. Y para que exista justicia, debe haber un procedimiento con pruebas, garantías y respeto”, concluye Ravelo, quien señala que todo lo que tenga que decir al respecto lo hará “ante la justicia, con hechos, pruebas y sin escándalo”.
Comunicado íntegro de Armando Ravelo remitido a TELDEACTUALIDAD
He esperado más de un año antes de pronunciarme públicamente. Este tiempo ha sido indispensable para mi restitución psicológica y emocional, y para analizar con serenidad y rigor todo lo vivido. Hoy, asesorado por mis abogados y arropado por mi familia, amigos y compañeros leales, estoy en condiciones de hablar con claridad y con el propósito de cerrar una etapa de profundo dolor.
En primer lugar, y como hecho fundamental y objetivo, quiero manifestar que no existe ninguna denuncia ni proceso judicial en mi contra. Nunca he sido requerido por la justicia en relación con los hechos que se me atribuyeron públicamente. Por el contrario, he presentado una demanda por difamación que ya ha sido admitida a trámite por los juzgados de Las Palmas de Gran Canaria contra un medio que difundió acusaciones falsas.
Sobre los relatos difundidos acerca de mi persona, es necesario aclarar lo siguiente:
• Algunos fueron directamente inventados.
• Otros fueron tergiversados, narrando hechos de forma parcial y omitiendo información esencial para fabricar intenciones y atribuir delitos donde nunca los hubo.
• En varios casos, se utilizó un enfoque deliberadamente sesgado para construir una imagen deformada de mí y de los hechos.
Estos acontecimientos generaron un juicio público sin garantías procesales, un castigo mediático que buscó mi desgaste personal y profesional. Las redes sociales se convirtieron en un tribunal sin reglas, y ciertos medios amplificaron estas versiones sin el mínimo contraste exigible. El ritmo vertiginoso y mi estado de bloqueo me impidieron responder entonces con la contundencia necesaria. Estas dinámicas, que pretenden lucir justicieras, olvidan la consecuencia última: que hay vidas en juego.
Quiero también agradecer públicamente la profesionalidad de aquellos medios que sí informaron con rigor, así como a las personas de mi entorno profesional cercano que, a pesar de las presiones que me consta que recibieron, eligieron escucharme y guardar un silencio respetuoso. A todos ellos, gracias.
Sobre mis errores y mi silencio
En su momento, reconocí y pedí perdón por errores personales. Lo reitero hoy. Sin embargo, la naturaleza de esos errores fue tergiversada al omitir partes fundamentales de los relatos. Esos detalles pertenecen a la esfera privada, tanto de otras personas como de la mía. Involucran a familiares, seres queridos y ámbitos especialmente sensibles. Precisamente el respeto a las vidas que se verían afectadas —muchas de ellas completamente ajenas a los hechos— por hacer públicos esos asuntos es lo que me impide, y me impedirá siempre, detallarlos. Lamento profundamente que este silencio haya sido manipulado para construir sobre él acusaciones de una gravedad muy superior, que son rotundamente falsas.
El impacto de los acontecimientos generó en mí un estado de saturación mental y emocional que me incapacitó para procesar la información de manera lúcida. Mis primeras reacciones públicas se produjeron desde esa confusión, sin haber analizado con serenidad la magnitud y la falsedad de muchas de las acusaciones. Fue una retirada necesaria para preservar mi salud mental y mi entorno más cercano, para poder, con el tiempo y la ayuda necesaria, revisar cada hecho y preparar las medidas oportunas donde se debe: en los tribunales.
El camino a seguir
Quiero recordar que el anonimato en internet o la prensa no exime de responsabilidades legales. Presentar como delitos hechos que no lo son, o instigar a terceros a posicionarse en contra de alguien públicamente, tiene consecuencias jurídicas. A partir de ahora, toda acción que atente contra mi honor será respondida por la vía legal, con contundencia y respeto.
Mi postura legal contra la difamación pública y el escarnio es firme.
Al margen de lo judicial, y en el ámbito estrictamente privado, mantengo mi disposición a dialogar con cualquier persona que, de buena fe, sienta la necesidad de resolver directamente conmigo cualquier situación del pasado que le haya podido causar dolor. Este es un ofrecimiento honesto para la reparación personal, no para el debate público.
Este comunicado nace de la necesidad de poner fin a la distorsión provocada por el contexto emocional de entonces y por mi posterior silencio. No busco impunidad, exijo justicia. Y para que exista justicia, debe haber un procedimiento con pruebas, garantías y respeto. Los relatos difamatorios buscaron destruir no solo mi trabajo, sino mi identidad. Pero sigo creyendo que la plaza pública no es el lugar para impartir justicia alguna, porque arrastra a quienes jamás deberían estar ahí: la familia y los afectos. Hay líneas que nunca deberían cruzarse. Por eso, todo lo que tenga que decir específicamente, lo haré como se debe: con hechos, pruebas y sin escándalo.
Este comunicado es, por tanto, un punto de inflexión necesario para poder volver a lo esencial. Con la serenidad recuperada, retomo aquello que me define y me sostiene: la creación, el cine y la literatura.
Gracias a quienes han esperado a escucharme.