
Las estridencias de Isabel Díaz Ayuso perjudican al PP. Pasada la adrenalina ‘ayusista’, centrada en Madrid, que jalea las pasiones de los ‘hooligans’, deja en mal lugar a Alberto Núñez Feijóo. La primera se debe a su comunidad autónoma, su discurso se compra en Madrid y las Castillas, pero el gallego a toda España (a todas las Españas) que aspira a gobernar. Dada la tendencia de Ayuso se comprende que tenga contenida a la ultraderecha en su región, mas su proceder supone una hipoteca para el jefe de filas de los populares. Con las formas de Ayuso, y su ausencia de decoro y seriedad institucional, ganará más votos si acaso en la meseta, pero los pierde el PP en la periferia.
Otros barones populares, como el jefe del Ejecutivo de Galicia y Andalucía, no se abonan al ‘ayusismo’. En el centro está la victoria. Al menos, era así hasta que la crisis financiera de 2008 y el ‘procés’ catalán destartalaron el sistema de partidos. Pedro Sánchez ha logrado calmar el asunto catalán. El socialismo gobierna en Cataluña, no el independentismo. Y es la baza que esgrime desde La Moncloa. Que Salvador Illa esté al mando en Cataluña, estabiliza el Estado. Y Feijóo, en vez de acotar esta sobrevenida realidad, que también le conviene, deja que Ayuso haga niñadas que impiden al PP crecer.
Sí, ese es hoy el gran problema del PP: por mucho que crezca no alcanzará ‘per se’ la mayoría absoluta, amén de que existe Vox. Si el PP no es razón de Estado, le carcomerá sociológicamente la ultraderecha que cunde a sus anchas a ambos lados del Atlántico. Si la socialdemocracia está en crisis, asimismo lo está la democraciacristiana. Esto no lo tiene presente Ayuso. Es más, le es igual. Va a lo suyo. El paroxismo para Feijóo sería que sus propios compañeros le impidiesen gobernar un largo tiempo. El PP con Vox de socio gubernamental, aunque gobernasen, dejaría un escenario en la calle muy preocupante, en el que los nacionalismos periféricos estarán apretando. Hay que conllevarse, diría José Ortega y Gasset.
Un nacionalismo no se combate con otro nacionalismo. El nacionalismo en sí no es malo. Es inexcusable en la política mundial. Nadie puede escapar del dilema nacionalista. Y España es plurinacional, la propia Constitución de 1978 distingue entre nacionalidades y regiones. El PP agitando la guerra de los idiomas, pierde perspectiva y potencial institucional a medio plazo. Ayuso mete a Feijóo en un callejón sin salida.
Fernando Alemán | Lunes, 09 de Junio de 2025 a las 10:51:18 horas
Bravo Javier por su comentario un aciertto total lastima que en España muchos medios de comunicacion este manipulados y controlado por el PSOE
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