Basta que Santa Brígida cierre el aparcamiento ubicado junto al mamotreto, para que el casco se aísle. Muchos toman nota para no acudir pues no están dispuestos a dar vueltas durante horas para aparcar o ir a terrenos habilitados lejos de las principales calles. Es lo que está ocurriendo ahora en el municipio de las medianías: hay que instalar los cochitos de las fiestas de san Antonio, y adiós aparcamiento. La paradoja de todo esto es que ese terreno, asfaltado recientemente, es necesidad vital para la villa. Está pendiente que se rehaga casi toda la manzana, con deconstrucción mental del mamotreto mediante, pero ya es evidente que sin ese aparcamiento, Santa Brígida no es lo mismo. Muchos satauteños de las distintas zonas no se dan un brinco al casco, y este pierde dinamismo.
En Arucas también dependen, y mucho, del aparcamiento junto a la espléndida iglesia. Lo que ocurre es que en el norte de Gran Canaria apenas la atrancan, solo por los conciertos de rock en agosto. Sin embargo, en el municipio satauteño se hace periódicamente: bien por una feria, por las fiestas señaladas o por las más que habituales carreras de coches. Unos quedan contentos con la actividad que se tercie, muchos otros no.
Además, como tan generosa es la explanada de aparcamientos que justo está donde el antiguo campo de futbol (aquello sí que daba vida al pueblo), otros ayuntamientos y administraciones ya lo saben y tiran de la voluntad satauteña para contar con el espacio. Parece que este aparcamiento muere de éxito. A saber cómo quedará cuando, algún día, el mamotreto diga adiós. En principio, serán plazas subterráneas. No será lo mismo. Pierde brío y actividad pues, tal como está ya, invita a ir al casco, hacer las gestiones oportunas y regresar a casa. Eso para las vecinas y los vecinos, mas acontece igual para los visitantes del resto de Gran Canaria.
Así las cosas, vale oro ese terreno en el que la mayoría deja el automóvil. Tanta es la sujeción diaria, que los hay que piden vacaciones en el trabajo cuando coinciden con su cierre, para quedarse allá donde vivan y evitar ir a currar sin aparcamiento asegurado. Santa Brígida no llega a los veinte mil habitantes. Y eso es bueno. Le caracteriza. La hace recoleta. Y está cerca de la capital. Vamos, que hay satauteños deseando que finalicen los cochitos para retornar al casco.
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