
Ayer sábado, tal como estaba previsto, el Valle de Jinámar vivió una jornada cargada de espiritualidad y sentimiento comunitario con la procesión de la Virgen del Valle, una cita esperada cada año por los fieles de la parroquia y el barrio.
Como había anunciado TELDEACTUALIDAD, la imagen de la Virgen del Valle, Madre de la Esperanza, recorrió las calles acompañada por numerosos vecinos, quienes prepararon con esmero altares y ofrendas de alimentos, en señal de gratitud, fe y petición. En cada una de las paradas del recorrido, se vivieron momentos de reflexión, oración y acción de gracias, donde se pidió a Dios, por medio de María, fortaleza y esperanza para mirar con ánimo hacia el futuro.
Durante parte del recorrido, la comitiva estuvo acompañada por la Banda Municipal de Música, que aportó solemnidad y emoción a la procesión. Uno de los momentos más entrañables de la jornada fue el homenaje a Julio, uno de los músicos que se despide tras años de entrega y que ahora se jubila. El gesto fue recibido con calidez y aplausos por todos los presentes.
Una vez finalizada la procesión, la comunidad celebró la eucaristía en un ambiente de recogimiento y alegría. La misa estuvo presidida por Antonio Juan, vicario episcopal y párroco de San Juan de Telde, quien dedicó palabras de cercanía y aliento a los presentes.
Como broche artístico a la jornada, los jóvenes Adrián y María ofrecieron unas bonitas malagueñas dedicadas a la Virgen, que emocionaron al público y pusieron el acento cultural a una celebración que, una vez más, reafirmó el profundo vínculo del Valle de Jinámar con su patrona.
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