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Lunes, 22 de Septiembre de 2025

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Caminando hacia la desmemoria (CV)

Nilia Bañares, la santacrucera que se ha hecho teldense por amor al barrio de San Francisco

Reflexión del cronista oficial de Telde, Antonio María González Padrón, licenciado en Geografía e Historia

ANTONIO M. GONZÁLEZ PADRÓN 1 Jueves, 29 de Mayo de 2025 Tiempo de lectura: Actualizada Jueves, 29 de Mayo de 2025 a las 20:45:03 horas

Cada día, cuando salgo de mi casa familiar y me encuentro de bruces con la antigua iglesia franciscana de Santa María de La Antigua, y su enhiesta espadaña, me hago la misma pregunta, ¿Qué hemos hecho de especial para merecer vivir en un lugar tan privilegiado por la Historia?


Son cientos por no decir miles, las personas que cada semana hasta aquí se acercan. En el pasado lo hacían[Img #1000600] guiados por algún vecino que, en calidad de buen samaritano e improvisado guía, los tomaba literalmente de la mano para seducirlos con una animada charla sobre los valores de nuestro ancestral reducto, al que hoy nadie llama Altozano de Santa María, pues generaciones atrás, las gentes del lugar trocaron por San Francisco. Actualmente, los visitantes del barrio lo hacen de diferente forma: Unos buscan la información debida en Google MAP , otros acompañados por los expertos guías de la Casa-Museo León y Castillo, unos cuantos buscan los consejos autorizados de la Oficina de Información Turística y, los menos van leyendo guías a manera de libros, folletos, dípticos, trípticos, etc. los hay que van despacio como recreándose en cada piedra del camino, en cada hueco de cantería, en cada almena coronante de los robustos tapiales. Ensimismados por la humilde belleza de nuestra arquitectura popular, no salen de su asombro que ésta haya resistido al paso del tiempo. Otros, se esconden tras el móvil y de manera obsesiva disparan el artilugio para captar cientos de imágenes que no se han parado a observar directamente y que después cuando lleguen a sus lugares de origen, enseñaran con cierto orgullo a sus más íntimos y conocidos, a quienes dirán de forma dogmática, ¡allí estuve yo! ¿Se acordarán éstos del verdadero San Francisco. De sus colores, de sus olores, de su peculiar clima, de las mil y una sensaciones que aportan sus serpenteantes calles, serán capaces de sentir aún el frescor del alisio golpeándoles en el rostro, al mirar de frente el Barranco Real?


En el mismo orden de cosas, veo a los profesores y profesoras que se desgallitan en mantener el orden de la chiquillería mientras les trasmiten sus particulares historias y leyendas. A veces no los veo, pero los siento, pues si algo es común a todas las casas de este barrio, es que cualquier cosa que suceda en sus rúas se siente con precisión en los patios interiores de las mismas.


Hace ya unos años, instituciones y particulares se han inventado formas diferentes de ver San Francisco. Desde la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento, se ha optado por las representaciones teatrales. Y a nivel empresarial algunos proponen  noches enigmáticas con encanto embrujado.


Y todas esta divagaciones que surgen de mis observaciones y sus cábalas posteriores, me sirven de introducción para hablar de una mujer que, creo, ha sido y es inmensamente feliz viviendo en nuestro barrio, me refiero a doña Nilia Bañares Baudet. Esta vecina entrañable, magnífica conversadora, siempre atenta a dar las buenas horas y a interesarse por el bienestar de todos y cada uno de nosotros, es todo un símbolo de ciudadanía. Nilia es un ser muy especial, pues a pesar de sus ochenta y cuatro años, al decir de sus conocidos es un espíritu inquieto que sopla sobre un cuerpo que no para de moverse. Jamás la he visto rendirse ante las circunstancias adversas, es más, con valentía teresiana  y, por lo tanto afín a Santa Teresa de Jesús, la Santa andariega; de sobra sabe que Dios también se encuentra entre pucheros. Así, lo mismo sale de compras, siempre acompañada de su querida perrita Mela, que va a sus clases de yoga y meditación. También dedica tiempo a su jardín y huerta, a la lectura y a la escucha de música… todo ello con paciencia y perseverancia. Nada es en vano, nada es simple distracción, todo es interés por ayudar a mantener viva la esperanza en un futuro más prometedor para la Humanidad. 


Nilia ha descubierto el valor de las pequeña cosas, de los pequeños gestos… Y así, crece su espíritu dadivoso para con los demás. 


El Cronista que esto escribe, va a publicar en el Diario de Las Palmas-La Provincia, una biografía sucinta de nuestra buena amiga y vecina. Motivos de espacio, me hacen evitar ciertas consideraciones sobre el lugar que habita y de su encantadora personalidad. Por ello, me he tomado la licencia de escribir el preámbulo que hasta ahora les he mostrado. Créanme, no es banal dicho prólogo, pues coloca al personaje en su medio. Ya dijo Ortega y Gasset: Yo soy yo y mis circunstancias.


Corrían los primeros años de la década de los setenta del pasado siglo XX, cuando un joven matrimonio formado por don Maximilian y doña Nilia Rohner descubrieron el Barrio Conventual de San Francisco. Unos amigos teldenses, don Germán Jiménez y doña Nieves Ortega, los trajeron hasta aquí, en un improvisado recorrido por nuestra más que centenaria ciudad. Al pasear por las calles empedradas del también llamado Altozano de Santa Maria de La Antigua, quedaron prendados de la paz ambiental que en él era más que manifiesta. Sus casas albeadas de un blanco impoluto, en donde la carpintería de tea, a veces barnizada y otras sobrepintadas de marrón (Canelo) o verde, hicieron mella en sus espíritus sensibles que los llevó a desear con toda el alma, quedarse a vivir en este bello paraje urbano. Lográndolo en 1975, sus sueños fueron cumplidos, gracias a varias circunstancias, todas ellas favorables, como la adquisición  de un trozo de tierras del antiguo Convento Franciscano, situadas en el Norte inmediato de la iglesia. Así como la naciente amistad con don Manuel Amador Rodríguez, Alcalde que fuera de la ciudad y comprometido como nadie en la rehabilitación y embellecimiento de lo que más tarde (1981) sería declarado Conjunto Histórico Artístico Nacional.

 

En otro artículo hablamos largamente de don Maximilian y ahora lo hacemos de doña Nilia, empezando por aclarar que, en aquel entonces, nuestra legislación quitaba la nacionalidad española a la mujer que contraía matrimonio con un extranjero (En el caso que nos ocupa, don Maximilian era de nacionalidad suiza). Perdiendo a su vez los apellidos y teniendo que tomar el de su esposo. Este es el caso del matrimonio Rohner, hasta que la nueva Constitución Española de 1978 cambió radicalmente los derechos de la mujer, recuperando Nilia sus apellidos paterno y materno, volviendo a ser a todos los efectos Nilia Bañares Baudet.


Nuestra biografiada nació  en Santa Cruz de Tenerife el 19 de noviembre de 1937, hija del prestigioso Doctor en Medicina, don Páxedes Bañares y de su esposa doña Ángeles Baudet Oliver. La familia además estaba formada por dos hijos mayores: Emilia y Francisco (Curro) y tres menores: Ramón, Rafael y Ángel. 


Los progenitores de los Bañares Baudet supieron dar a sus hijos una exquisita educación acompañada de una bien cimentada formación académica, en donde no falto el conocimiento de idiomas y el gusto por las Artes. No podía ser de otra manera pues pertenecían a la alta burguesía tinerfeña. 


Don Práxedes ejerció la especialidad de urología con gran reconocimiento profesional, mientras doña Ángeles se preocupaba del buen gobierno doméstico y demás asuntos familiares. Por lo que no ha de extrañarnos el éxito social y profesional de toda su prole, en donde hay un poco de todo: Urólogo cirujano, empresario, ginecólogo, botánico-profesor universitario, amas de casa y en el caso particular de nuestra Nilia, también artesana del telar y estudiosa de los tintes naturales.


Sus estudios primarios y secundarios los realizó en el prestigioso colegio santacrucero de La Pureza, siguiendo los superiores en la ciudad de La Laguna, en cuya Universidad se encaminó por la Filología y en la UNED por la Historia. Políglota, habla cuatro idiomas: Inglés, francés, alemán y por supuesto el español. 


Siendo aun muy joven realizó un viaje de estudios a Inglaterra durante 1957. Ya en 1960, el 14 de junio, contrajo matrimonio, dedicándose por entero a su vida familiar. Pero he aquí que en 1977 cuando contaba unos cuarenta años aproximadamente, se interesa por todo lo concerniente a los telares tradicionales, en donde, con el tiempo, se convertiría en una verdadera experta. Como también lo es en el campo de los tintes naturales, siendo sus maestras doña Lala de Dios en el tejer y doña Ana Roquero en los tintes. Su particular forma de ser que le lleva a interesarse por todo lo que la naturaleza nos da, y ésto le ha llevado a investigar y publicar dos libros: Tintes naturales, experiencia con plantas canarias, en 1993. Y Hongos tintóreos de Gran Canaria, en 2021 (En ambos casos contando con el muy estimable asesoramiento de su hermano Ángel, toda una eminencia en el campo de la Micología y catedrático de la Universidad de San Fernando de La Laguna).


Mucho antes de que todo ésto sucediera, fue madre de Helena y Andreas, de los que se siente muy orgullosa. Una y otra vez repite que lo más valioso de su vida ha sido y es el amor compartido con su marino y como extensión del mismo, el que tiene a sus hijos y nietos.


Vecina entrañable, su Telar de San Francisco, con el tiempo se ha convertido en mucho más que un simple lugar de trabajo. La paz que nace de la armonía espiritual, le permite ir creando los más variados objetos textiles, que con suma delicadeza enseña a cuantos la visitamos. Tanto el Cabildo de Gran Canaria como el Ayuntamiento de Telde, la han honrado con diferentes premios, mas el Cronista que ésto escribe cree que bien merece ser considerada Hija Adoptiva de la Ciudad de Telde y de la Isla de Gran Canaria. Pocas personas como ella, han amado tanto a nuestra ciudad y a nuestra Isla. Si damos por cierto el refrán: Obras son amores y no buenas razones. Nilia Bañares Baudet pasará a la Historia como representante máxima de nuestra artesanía, tanto en su vertiente de creadora como de divulgadora, no en vano a su actividad junto al telar y a las ollas tintóreas, hay que sumarle medio centenar o más de cursos impartidos, dentro y fuera de la Isla, enseñando los más íntimos secretos de su Arte.

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