Celeste López se merecía un respeto, no una maniobra disfrazada de reorganización

El comunicado emitido por Nueva Canarias-Bloque Canarista en Telde sobre el relevo de Celeste López como portavoz municipal, que fue avanzado por TELDEACTUALIDAD,  es, cuanto menos, un ejercicio de cinismo político revestido de falsa cordialidad. Lo que debió ser un gesto de reconocimiento sincero y una transición respetuosa hacia una nueva etapa se ha convertido, lamentablemente, en una maniobra ejecutada con frialdad organizativa y escasa humanidad, que hace flaco favor al municipalismo canarista que esta formación dice defender.

Celeste López no es una concejala más. Es una mujer que ha sostenido el nombre de Nueva Canarias en Telde durante dos décadas, que ha resistido presiones políticas, económicas y mediáticas, y que ha ejercido su papel con valentía, coherencia y sin renunciar jamás a sus principios. Una portavoz con voz propia, crítica cuando debía serlo, firme cuando otros callaban. Si Nueva Canarias ha tenido presencia institucional digna en Telde en tiempos difíciles, ha sido en buena parte gracias a ella.

Por eso, el relato de la “reorganización institucional” es profundamente ofensivo. Que se diga que el relevo fue pactado, comunicado y consensuado mientras se ejecutaba en ausencia de la afectada, fuera del país por razones familiares de fuerza mayor, es sencillamente intolerable. La “preocupación” que ahora muestran por su situación personal llega tarde y mal, porque lo que Celeste merecía era algo muy simple: respeto.

Aún más hiriente es el intento de justificación burocrática, detallando reuniones, fechas y correos mientras se ignora un valor esencial en política: la lealtad hacia quienes han dado la cara por el partido cuando otros ni siquiera daban señales de vida. Se dice que se mantuvo su liberación económica como gesto de sensibilidad. No. Lo justo habría sido esperar a que regresara y dialogar cara a cara, no aprovechar su ausencia para firmar el final de su etapa sin darle la oportunidad de defender su posición.

Esta forma de actuar no es nueva. Quienes conocen los entresijos del partido saben que el proceso de sustitución de Minerva Alonso por José Luis Macías no fue inocente ni casual. Es el reflejo de un modelo de dirección vertical, cada vez más alejado de las bases, de la escucha activa y de la construcción colectiva que alguna vez defendió el canarismo progresista.

Lo más preocupante es el mensaje que se lanza a quienes aún creen en la política con alma: que la entrega de años no te protege del atropello; que tu historial de compromiso puede ser borrado en un párrafo; que en los partidos, a veces, las decisiones se cocinan a puerta cerrada y se sirven frías en tu ausencia.

Celeste López no necesita un comunicado que le agradezca los servicios prestados. Su legado habla por sí solo y su trabajo ha sido reconocido por su gente, por su municipio y por quienes saben que en política, como en la vida, no basta con tener razón: hay que tener dignidad.

Este episodio deja heridas. Y no solo en Celeste. También en la credibilidad de Nueva Canarias en Telde, que deberá reflexionar si el precio de un ajuste interno justifica la pérdida de valores que la fundaron.

Porque la política que no cuida a los suyos, tarde o temprano, se queda sola.