
El salón se llenó de sonrisas, miradas cómplices y abrazos cargados de cariño. Un año más, las antiguas alumnas de las promociones 1965 y 1966 del Colegio María Auxiliadora de Telde se reencontraron este pasado sábado para celebrar una tradición que va más allá de una simple reunión.
Estas mujeres, que compartieron pupitres, sueños de juventud y los valores salesianos del colegio, se han convertido en un ejemplo de amistad que ha desafiado al tiempo. Lo que comenzó como un gesto espontáneo entre amigas, se ha consolidado como una cita anual ineludible, donde las anécdotas, los recuerdos y las emociones fluyen de manera natural.
Memorias que perduran
Durante el encuentro, no faltaron las historias de aquellos días de colegio: las travesuras en clase, las excursiones, las enseñanzas de las religiosas y los consejos que, con los años, se convirtieron en lecciones de vida. Las fotografías en blanco y negro que atesoraban algunas asistentes pasaron de mano en mano, mientras los nombres y las anécdotas brotaban entre risas.
“Nosotras seguimos escribiendo nuestra historia, aunque ahora las hojas estén llenas de memorias”, comentaba una de las asistentes, emocionada por el reencuentro.
Pero no todo fue alegría. En medio de las risas y las bromas, hubo también momentos para recordar a aquellas compañeras que ya no están físicamente, pero que permanecen en el corazón de todas. Los nombres de las ausentes fueron pronunciados con cariño, y su recuerdo fue honrado en cada palabra compartida.
Una tradición que perdura
Las antiguas alumnas de 1965 y 1966 se reúnen dos veces al año, convirtiendo cada encuentro en una verdadera celebración de la amistad y la memoria. Para ellas, esta tradición no es solo una excusa para verse, sino una forma de mantener vivos los valores y el espíritu salesiano que marcaron su formación.
“Este encuentro es un acto de amor, de gratitud y de memoria. Es una muestra de que los verdaderos lazos, cuando nacen del corazón, no entienden de tiempo ni de distancia”, asegura una de las organizadoras.
En un mundo donde las relaciones se diluyen fácilmente, estas mujeres demuestran que la verdadera amistad es una semilla que, cuando se cuida, florece incluso después de décadas.

























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