En Portugal la extrema derecha ha subido en las urnas. Le ha disputado la segunda plaza a los socialistas. Y se cuestiona el sistema de partidos que nació tras la Revolución de los Claveles y la llegada de la democracia, que (al margen de la fuerte presencia comunista lusa) venía a ser igual que el resto de los modelos europeos ungidos tras la Segunda Guerra Mundial y la derrota del fascismo y el nazismo. Bueno, bien mirado, también en Italia y Francia los comunistas eran importantes en representación. Lo acontecido en Portugal repite lo ocurrido hace poco en Alemania: socialdemocracia en caída que es asediada por la ultraderecha.
Así las cosas, la política pierde un contrapeso esencial en las democracias sociales que conocimos en el Viejo Continente. Esa misma socialdemocracia que ahora es menguada en las urnas, es la misma que hace unas décadas forjó el pacto entre capital y trabajo con los democratacristianos. Es más, el principal logro de ese laborismo, socialismo o socialdemocracia, es el legado del Estado del bienestar que cimentó articulando los intereses de la clase obrera que luego pasaría a ser clase media con nevera y vacaciones en la playa. Y su recreo del Mayo francés.
No hace falta ser marxista para asumir que lo económico es político. Basta un vendaval de calado para que se constaten las consecuencias en el arco parlamentario. La Gran Recesión de 2008 y la ola de austeridad jaleada por Bruselas y la troika, desnudaron al socialismo. También en Portugal. Y en España, donde el propio José Luis Rodríguez Zapatero perpetró la poda, la primera ronda de recortes que después Mariano Rajoy aceleraría. Con esta antesala, ¿cómo se iba a recuperar el socialismo sin más en apenas unos años?
Pedro Sánchez llegó a La Moncloa amén de Unidas Podemos. Sin la pericia de Pablo Iglesias, que embaucó a numerosos actores, incluido el PNV en el último instante, Sánchez no hubiese sido presidente del Gobierno, moción de censura en ristre. No ha aplicado el recetario del ‘austericidio’, mas está decidido a lanzarse en tromba por el aumento del gasto militar. Ardor ‘otanista’. El primer socialismo en España, con Pablo Iglesias (el otro, el histórico) enarbolándolo, denunció que los hijos de los obreros se iban al matadero del norte de África a morir por las bravuconadas de la patria que, en realidad, eran negocios o puro imperialismo. Mientras tanto, los descendientes de los pudientes se libraban de ser llamados a filas gracias al pago de la exención. Diferencias de cuna. A ver cómo cincelamos el siglo XXI europeo sin la pujanza del socialismo de antaño. Es una grieta sistémica.
Olga Maria Rivero Santana | Martes, 20 de Mayo de 2025 a las 11:36:38 horas
El problema es que de "social" y "democrático" les está quedando poco a muchos partidos, lo que hace que se "crezcan, los que "supuestamente" no lo son y ya la ciudadanía está harta, decepcionada y desorientada. ¡Las *acciones" de los "supuestamente buenos" está dejando todas éstas consecuencias" y a más que irán!
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