El congreso del PP

Los congresos de los partidos ya no son lo que eran. De hecho, ahora se cambia de fecha sin más, como si fuese la cita con el barbero. El PP lo tenía previsto en 2026 y, sin embargo, lo hará el próximo mes de julio. Por su parte, NC lo adelantó a este 2025 para contentar al sector crítico; al final, estos se marcharon y actualmente la dirección oficial se plantea volver a posponerlo. Con todo, más vale que a Alberto Núñez Feijóo le vaya bien. España no puede vivir continuamente con una crisis instalada a la par tanto en el PSOE como en el PP. Los dos motores del avión no pueden estar siempre averiados o, de lo contrario, vives de la inercia. Mas la inercia dura lo que dura, y el final de caos ya lo conocemos. Un caos periódico que este país ha tenido atravesado tanto en el siglo XIX y XX y que solo la Transición zanjó, al menos por un largo ciclo.

El gallego quiere garantizarse el control del partido frente al ‘ayusismo’. Y teniendo ya el cónclave, se asegura que las previsibles victorias electorales del PP en Andalucía y Castilla y León en 2026, sean suyas también. Y, de este modo, encarar los comicios locales y autonómicos de 2027 con cierto grado de éxito. Al final, los cronogramas de las siglas son más sencillos de lo que parecen. 

Algunos dicen que Feijóo es soso. Mariano Rajoy también lo fue y ya hay quien echa de menos aquella letanía. Es verdad que los recortes que perpetró y el tema catalán, más la trifulca de la corrupción, aliñada por la ‘policía patriótica’, oscureció su periplo presidencial, pero gobernaba como se rige una gestoría. Y eso arroja sosiego. No podemos llevar eternamente el ritmo de inestabilidad que tenemos. La sociedad anhela vivir tranquila, como los comercios que bajan la persiana al mediodía para el almuerzo, siesta y café de rigor, y luego retomar la faena por la tarde. En el fondo, todos tenemos algo o mucho de la placidez que anida en las capitales de provincia.

Por otro lado, Feijóo experimenta contradicciones similares en relación a Vox como las que tuvo Pedro Sánchez antes con la presencia del primer Podemos. Y dicho sea sin ánimo de equiparar. Me explico: el bipartidismo no es el que era y, a la postre, debes agrupar 176 escaños en el Congreso de los Diputados para gobernar razonablemente. Cuando Sánchez no esté, ¿cómo lo hará el PSOE? Si Feijóo no lo logra, ¿cómo piensa hacerlo el PP? Son las dos caras de la misma moneda. Y, mientras tanto, el país demanda estabilidad.