
El Gobierno aumenta el gasto militar en 10.000 millones de euros. Se escuda en que es una obligación europea al calor de una OTAN que se hace insostenible para las arcas de Estados Unidos. Donald Trump ha dicho que todos tienen que apoquinar más. Y apuesta por el aislacionismo estadounidense que, solo resta, ver cómo acaba la imagen que ayer vimos en Roma con su homólogo ucraniano; sentados ambos para solucionar la guerra con Rusia. En este peliagudo contexto internacional, Pedro Sánchez saca su lado ‘otanista’ al modo de Felipe
González cuando llegó a La Moncloa en 1982 y se olvidó de la negativa a que España estuviese en la OTAN. Al final, las diferencias entre Sánchez y González no son tantas. A buen seguro, cómo querría Sánchez que el exjefe del Ejecutivo (1982-1996) se reconociera en él. Sánchez, como es natural, ama a su partido y su historia por encima de otras consideraciones.
El colmo de lo enrevesado de la situación se da para Sumar. IU nació precisamente a rebufo del no en el referéndum de la OTAN de 1986. Y ahora IU, con Yolanda Díaz en el poder, ve que tiene que tragar sapos, numerosos sapos armamentísticos; que no se obvian por la mera rescisión del contrato con una empresa de Israel para comprar balas.
¿Qué diría Julio Anguita de todo eso? Intuyo que manifestaría que la gallega debe romper con Sánchez y que, de no hacerlo, al menos IU tendría que irse. Es verdad que en tiempos de Anguita no existía Vox. La ultraderecha es el parapeto que impide que se produzcan otros movimientos. Nadie quiere a la extrema derecha sentada en el Consejo de Ministros. No es cualquier variable.
A todas estas, Unidas Podemos se ha echado al monte, pues su objetivo está a medio y largo plazo. Primero, finiquitar a Sumar y ocupar su espacio. Segundo, Dios dirá. Mientras tanto se dinamita la bancada de la izquierda. Cierto es que tanto para el PSOE como para Sumar, parece que todo se ciñe a seguir gobernando y, lo dicho, impedir que Vox tenga mando en plaza. No es poca cosa. Como también cabe reseñar los avances sociales rubricados por Díaz. La situación la van capeando en aras de resistir hasta 2027. Mas 10.000 millones en armamento no lo suscribe nadie, de verdad, a la izquierda del PSOE. Tampoco en segmentos importantes dentro del PSOE. Rebumbio, demasiado rebumbio.
























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