Hay problemas que no tienen solución. Simplemente, convivimos con ellos. Están ahí, a lo largo de la trayectoria. Mas sabemos que no tiene remedio. A buen seguro, la escasez de la vivienda y su carestía sea uno de ellos. Primero, porque si tuviese solución (que podría tenerla) enseguida tropezará con intereses contrapuestos. Pocas cosas como la vivienda concentra tanta visiones diferentes; para empezar, la del propietario y la del usuario, la del arrendador y la del arrendatario, la de los padres y los herederos… En torno a la vivienda giran las expectativas individuales e intergeneracionales. Y la herencia, en suma, no deja de ser un horizonte de expectativas acumuladas, mejor o peor, por omisión.
Segundo, porque la superpoblación en Canarias crece a marchas forzadas. La tensión de las carreteras es una mera prueba de cómo ha cambiado el archipiélago en apenas dos décadas. Este ritmo no hay quien lo aguante. Y si cada vez somos más, pues no hay manera de tener viviendas para todos. La ley de la oferta y la demanda, justo en este tema, casa mal cuando el territorio está limitado, lo que acontece siempre en una isla.
La vivienda tiene tanta transcendencia que constituye nuestro paisaje amén de la arquitectura. Dar un paseo por el casco de La Laguna es un auténtico placer. Si encima el día acompaña, sabe a gloria. Y mientras recorremos sus calles, dejamos a un lado y otro viviendas y más viviendas. Ocupadas, en venta, hipotecadas aún… Lo que sea. Cada vivienda es un mundo.
El que ha ahorrado para tener su casa en propiedad, y luego disfrutarla para sí y los suyos o ponerla en alquiler, no quiere que nadie se aproveche. Y hay aprovechados, profesionales de campeonato que se meten en el piso, pagan un par de mensualidades y después si te vi no me acuerdo. Y van dando largas al casero, con algún pago esporádico, con tal de ganar tiempo. Por tanto, hasta la moral y sus dilemas entran en juego cuando estamos ante un arrendador y un arrendatario cuya relación no va por buen camino. Si encima le añadimos que el modelo de familia ha mutado considerablemente en las últimas décadas, es para estimar que difícilmente el problema de la vivienda (que lo es, y mucho) podamos arreglarlo con un par de recetas y un cúmulo de buenas intenciones. Que no nos engañen, ni nos engañemos a nosotros mismos.
























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