Telde respira literatura

Han pasado unas horas desde que bajó el telón de la Feria del Libro de Telde, y ahora que el ajetreo deja paso a la emoción y la reflexión, siento la necesidad de expresar mi más sincero agradecimiento a todas las personas que hicieron posible este encuentro con la literatura.

 

 

La de Telde no es solo una feria más: es la primera del calendario literario en Canarias y, con la llegada de la primavera, convirtió por unos días a nuestra ciudad en el centro neurálgico de las letras en las islas. Fueron jornadas llenas de presentaciones, talleres, firmas, cuentos y emociones. Telde respiró literatura, y lo hizo con entusiasmo, compromiso y, sobre todo, mucho corazón.

 

 

Uno de los grandes aciertos de estas ultimas ediciones ha sido, sin duda, el lugar elegido para su celebración: el corazón de nuestra ciudad, la emblemática Plaza de San Juan. Un entorno lleno de historia, acompañado de espacios tan singulares como las Casas Consistoriales y la Ermita de San Pedro Mártir, que aportaron aún más encanto y calidez a esta cita con las letras. Estos escenarios no solo enriquecieron la experiencia cultural, sino que fueron muy bien valorados por los asistentes, muchos de ellos llegados desde diferentes puntos de las islas.

Además, fue una feria para todos y todas, accesible, pensada para que cualquier persona pudiera disfrutar de la literatura en igualdad de condiciones. Una feria que puso especial atención en la inclusión, en los detalles, y en crear espacios para todos los públicos.

 

 

Quiero destacar de manera especial el papel de la comunidad educativa. Su implicación ha sido ejemplar. Gracias a los centros, al profesorado y, sobre todo, a los niños, niñas y jóvenes que participaron activamente en la programación. Ver a las nuevas generaciones entusiasmadas con los libros es, sin duda, uno de los mayores logros de esta feria.

 

 

Un apartado muy importante fue también el protagonismo que se le dio a la literatura e historia de Canarias. Las voces de nuestro pasado y presente cultural resonaron con fuerza, permitiendo al público reencontrarse con su identidad, sus raíces y su patrimonio narrativo.

 

 

La feria fue un punto de encuentro de librerías, autores, poetas, ilustradores, periodistas, escritores y editoriales, no solo de Telde, sino también de otros municipios e islas como Tenerife, Lanzarote, entre otras. Una feria abierta, plural, con marca regional, que acogió la diversidad del talento literario que existe en todo el Archipiélago. Este cruce de voces y miradas enriquece profundamente la experiencia de quienes participan y de quienes asisten.

Quiero dar las gracias a todas las personas que aceptaron la invitación a formar parte de esta edición. Gracias por compartir su tiempo, su obra y su amor por los libros con el público de Telde.

 

 

Además, mi reconocimiento más profundo es para quienes trabajaron con entrega y cariño desde el primer día: el personal de Gestel y de las Bibliotecas Municipales. A quienes estuvieron cada día a pie de calle, y también a quienes, desde la sombra, hicieron que todo funcionara a la perfección. Su profesionalidad, su cuidado por los detalles y su pasión por la cultura son el alma de esta feria.

 

 

Gracias también a los medios de comunicación que ayudaron a amplificar la voz de la feria, y a las distintas concejalías que colaboraron para que esta cita fuese posible. El trabajo en equipo ha sido la clave.

 

 

Y no quiero olvidar a todos los locales de gastronomía de la zona, que durante estos días acogieron con amabilidad y generosidad a los visitantes. Han sido parte importante del ambiente acogedor y festivo que rodeó esta feria, sumándose a la celebración cultural que vivimos en Telde.

 

 

Me siento orgulloso de lo que hemos vivido estos días. Porque la Feria del Libro de Telde no es solo un evento: es una celebración de la palabra, del conocimiento, de la imaginación. Y, sobre todo, es un compromiso con el futuro cultural de nuestra ciudad y de nuestras islas.

 

 

Gracias de corazón a todos.