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Iconoclastia

El escudo del chiringuito

Cristóbal D. Peñate

CRISTÓBAL D. PEÑATE Domingo, 06 de Abril de 2025 Tiempo de lectura: Actualizada Domingo, 06 de Abril de 2025 a las 10:07:50 horas

La derechona política y su prensa afín trataron esta semana de anatemizar y ridiculizar las medidas propuestas por el gobierno de España para acabar con los chiringuitos universitarios, esos a los que no les preocupa la enseñanza y formación de sus alumnos pero sí llenar la caja lo antes posible. 


Como es natural cada vez que Pedro Sánchez anuncia algo, la oposición se le tira a la yugular de manera sincopada. Es su deporte favorito comparable a la gimnasia rítmica o a la natación artística sincronizada. 
 

No había terminado de lanzar la propuesta en su primera frase cuando al mismo tiempo la derecha, la ultraderecha y los panfletos habituales lo pusieron inmediata y paralelamente a parir como suelen hacer como acto reflejo. No contaban con que poco después los rectores de las universidades públicas y también de las privadas (solo las serias y prestigiosa, abstenerse los chiringuitos) aplaudieran la iniciativa del presidente. 
 

La universidad pública lo sostiene por razones obvias y la privada reputada y acreditada porque le hace un doble favor: se quita la maleza de los experimentos con gaseosa de las universidades malas, que son como el banco malo de la Sareb, y de paso limpia el panorama y acaba con la competencia tramposa del libre mercado que solo pretende montar sus chiringuitos paniaguados con ayudas públicas. Es muy poco serio. 
   

Pedro Sánchez debería jugar a anunciar primero propuestas contrarias a lo que preconiza porque la oposición política y mediática siempre pica en su voraz crítica y censura todo lo que anuncia el presidente del Gobierno de forma automática y descerebrada. 
 

Después de aguantar la esperada e inmediata reacción negativa de la oposición podría declarar públicamente que se equivocó y que hará todo lo contrario. En ese momento a la muy desleal oposición no le quedaría más remedio que tragárselo porque si no quedaría fatalmente retratada. 
 

Es que tenemos a una oposición muy previsible y aburrida a la que no le importa hacer el ridículo con tal de gozar de sus diez minutos de gloria en los informativos de Trece Televisión. 
 

Una de las críticas más repetitivas y cansinas de la oposición es sacar a relucir las supuestas contradicciones del presidente socialista, que las tiene y muchas. Sería peligroso tener a un presidente sin dudas como Donald Trump. Sin ninguna duda. 
 

Sin embargo, en este caso no hay tal contradicción por haber estudiado en la universidad privada. Así opina con conocimiento de causa. La oposición habla como si la propuesta del presidente fuera contraria a esos centros. Todo lo contrario. 
 

Lo que se pretende es acabar de una puñetera vez con los chiringuitos académicos que se han creado exclusivamente para ganar una pasta gansa sin mayor contraprestación que un título expedido de forma sospechosa para el lucro privado. Más falso que un futbolista besándose el escudo de la camiseta. 
 

Además, si alguien conoce bien la universidad privada es precisamente Pedro Sánchez porque ha estudiado en ella. Lo que se busca en la universidad es la excelencia, independientemente de que sea pública o privada. Subir la calidad de las universidades en general. 
 

Las universidades públicas buscan además que los menos pudientes tengan derecho a un fácil acceso a través de la igualdad de oportunidades, algo que por supuesto no pretenden las privadas, que solo se fijan en el talonario del papá o la mamá. 
 

Las familias pobres no pueden permitirse pagar cinco, diez, quince o veinte mil euros cada año para que sus hijos puedan realizar tres, cuatro, cinco o seis cursos. Esa ya es una forma de discriminar a los estudiantes universitarios. Por no hablar de la agenda de contactos y la cadena de favores que son uso común en las élites sociales y económicas de círculos cerrados. 
 

En todo caso el gran error de la oposición fue creer que la medida gubernamental era un ataque a la universidad privada. Es simplemente un ataque a las chapuzas de los chiringuitos universitarios, que no es lo mismo. No es tan difícil de entender, a pesar de que muchos dirigentes conservadores han estudiado en centros privados. Algunos potentados se pueden permitir tirar el dinero. 

 

Cristóbal D. Peñate es periodista.

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