
Seguimos desarrollando el artículo con referencias más precisas a su construcción.
Con respecto a la antigua sacristía debemos afirmar que éste último núcleo edificativo se describe como una longa dependencia junto a la cabecera del templo por su parte derecha o sur, conocida popularmente como La Escuela fue habilitada para tal fin a principios del siglo XX, cuando en su pequeño patio se construyó un aseo para uso, tanto de la Iglesia como de la escuela. La techumbre que cubre el antes aludido Centro de Enseñanza, siempre no ha sido de teja árabe, ya que con anterioridad era de simple tierra de Zamora a una sola agua. Hasta bien entrado los años ochenta del pasado siglo XX, su artesonado plano de par y nudillo, estaba confeccionado a base de tea del país, que fue suprimida por la actual estructura de hierro y otros elementos más pobres, superponiéndole el actual tejado de teja árabe. El baño, con techo de azotea, perdió su inclinación hacia la huerta cercana, así como la gárgola de madera para verter las aguas pluviales. El pavimento de todos estos recintos, antes de cemento frotado y con anterioridad de losas o ladrillos de barro cocido. Después de su reforma se colocaron placas de cantería gris de Arucas, excepto en el baño. ![[Img #1000600]](https://teldeactualidad.com/upload/images/11_2023/2565_recorridoetnograficolosllanos2023-65.jpg)
Completábase el edificio, con una dependencia aledaña a la capilla principal que sirvió muchos años de sacristía. El paso entre la una y la otra se realizaba a través de una puerta adintelada de cantería tosca, de variable calidad en sus cantos, por similitud a otras construcciones teldenses, conocemos que éstos se extrajeron de la cantera parda del Mayorazgo de Tara, que desde el siglo XVI venía abasteciendo a la ciudad de tal material. Una bellísima labor de carpintería conforma una puerta de doble hoja y realizada a base de casetones, y en el interior de éstos, pintados con simplicidad frailuna unos girasoles, alusivos a las almas que esperan el Sol del Altísimo, al mirar todos ellos hacia el Sagrario.
Debemos referirnos aquí, como aclaración pertinente, que esta sacristía, pasó a tener otras muchas funciones, tras la construcción de la otra, ya explicadas con anterioridad. Entre los usos dados, ya dijimos que tuvo el de escuela pública y también de almacén. En un momento dado, cuando se pensó en establecer en esta iglesia un Museo de Arte Sacro destinado a explicar la presencia histórica de la Orden Franciscana en Canarias, se llegó a diseñar un aula pedagógico-didáctica para una mayor explicación y conocimiento de éste hecho relevante de nuestra Historia, prehispánica e hispánica, pues sin duda alguna la evangelización de Canarias recayó sobre los hombros de los franciscanos por mandato expreso de la Reina Isabel I de Castilla.
Así como la portada neoclásica de la Plaza del Convento, destaca sobremanera la torre-espadaña, mandada a construir en el año de 1759, por Fray Juan de la Coba, quien fue Guardián o Superior de la comunidad franciscana de Telde en tres periodos: Primeramente, entre 1749-1753; la segunda entre 1754-1757 y por última entre 1757-1759. Para su comprensión señalamos que ésta tenía un uso múltiple, ya que en su parte inferior se abría la propia entrada principal del convento o cenobio y en la parte superior servía de campanario. Hecha de cantería en su fachada principal y el resto de los paramentos de mampuesto, posee dos arcos de medio punto, uno exterior y el otro interior, el primero da a la Plaza de Los Romeros y el segundo hacia el interior del patio monacal. Ambos tienen iguales dimensiones tanto en altura como en anchura, pero no igual acabado, siendo uno más noble que el otro. Sobre esta estructura cuadrangular, que supera las cumbreras de las naves, se remata la misma con una espadaña contenedora de dos campanas de bronce. A él se accede a través de una pequeña puerta tras la que existe una escalera y ésta nos sitúa en la pequeña azotea de la torre, a los pies de la espadaña.(Advertimos que esta noble parte del campanario fue ligeramente transformada, en la década de los setenta del pasado siglo XX, cuando tuvo que ser reconstruida, pues sufrió un derrumbe durante el temporal de agua y viento de las Navidades de 1972. Al volverse a alzar el campanil se omitió el frontón que lo coronaba, lo que hoy deja al mismo desprovisto de aquella gracia armónica que lució por siglos).
Todos los paramentos del edificio son de mampuesto y al librar a algunas de sus partes del enfoscado o encalado superficial, hemos podido comprobar cómo se siguió la misma técnica constructiva, común a muchas edificaciones teldenses, liberando de peso a éstos de forma progresiva, según se asciende. (En la unión del mampuesto que envuelve el arco de la capilla del Señor Predicador, con el muro exterior sur, se aprecian a simple vista unas fisuras, que en los últimos diez años se han ido controlando con la impronta de sellos de escayola, teniéndose constancia de que dicho espacio sigue ganando anchura). En la pared norte del templo, y ya en el momento de su construcción, los franciscanos construyeron unas pilastras en forma de contrafuertes para así evitar más que posibles inestabilidades y como consecuencia de ellas el derrumbe.
El paramento Norte del edificio posee varios contrafuertes, que sin duda alguna han contribuido a la estabilidad del mismo.
Con respecto al columnario o conjunto de pilastras o columnas existentes entre una y otra nave, su diseño, distinto por completo en base, alzado y capitel a otras labores de cantería, no hacen sino señalarnos cómo vinieron a sustituir a la pared Sur del antiguo templo, cuando éste se amplió con su segunda nave.
La notoria diferencia entre el pavimento de ambas naves, hablan por sí solo: El de la nave colateral derecha era de losetas de barro cocido, cuyo más que probable origen haya sido gallego, éstas fueron sustituidas en los años cincuenta del siglo XIX por otro de cantería, extraído de la Iglesia de San Pedro Mártir de Verona, por aquel tiempo sin culto, todo ello ocurrido tras su desplome (Haremos una salvedad con respecto a la cantería empleada en los primeros pasos, nada más entrar al templo. Ésta fue puesta en 1983, alegando las pésimas condiciones en que se encontraban las anteriores piezas, algunas partidas y otras hundidas. La pena fue que se suprimiese una lápida sepulcral, allí existente y que, según testigos presenciales, databa de principio del siglo XVII).
Capítulo destacable por su monumentalidad son las diferentes lápidas sepulcrales, motivo de estudio por varios especialistas en Genealogía y en Historia. Cualquier intervención rehabilitadora, debe dedicar una especial protección a dichos elementos, tanto por su valor histórico como su valor estético-artístico de primer orden.
Asimismo, son notables los retablos de cantería sobrepintada, que ya han recibido mermas en su policromía debido a la nula atención prestada en otras obras restauradoras del edificio. Sería conveniente prestar una atención especial a éstos y al resto de los retablos de madera, tanto los policromados como el que no lo es. Sugerimos se extraigan del recinto todas las imágenes sacras y depositarlas a buen resguardo y aprovechar el tiempo de las obras a efectuar en la Iglesia Conventual para restaurarlas.
Con respecto a la luz eléctrica, su instalación data de 1981-83. Los datos históricos nos revelan que la iglesia no tuvo instalación alguna de luz, hasta mitad de los años cuarenta del siglo XX. Por entonces se hace mención en varios momentos de la perentoria situación en que se encuentra el templo, comentándose que las misas y demás actos religiosos se tienen que hacer a la luz de las velas, lo que pone en serio peligro al edificio, pues se dieron voces de alarma al poder comprobar que se dejaban encendidas éstas, una noche y otra también.
Actualmente todos los vanos exteriores de variada tipología, según época en la que fueron realizadas, están cubiertos por labores simples de carpintería y cristal. En 1986, y debido a los continuas agresiones sufridas, se optó por hacerles un celosías de hierro, que al pintarse de verde querían imitar las más antiguas de madera existentes en la Zona Fundacional de Telde.
La próxima entrega, cuarta de las que ha tenido el presente artículo, será la conclusión del mismo.




























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