La ola reaccionaria asoma con fuerza. Solo los nacionalismos logran impedir que vaya a más la ultraderecha. Vox campa a sus anchas en la meseta. Salvo en Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso tiene mayoría absoluta porque el mismo segmento le vota a ella; que no a Alberto Núñez Feijóo. Y aquí la cosa, para el PP, claro está, se complica. Cuanto más fuerte sea Ayuso, más débil o sujeto a contrariedades estará Feijóo. Y en medio de la dinámica andan líderes territoriales, como Manuel Domínguez, que ya tiene mucho con tener que bregar con la faena de defender una cosa en Canarias y otra su partido en Madrid.
Domínguez reluce el perfil de gestor. No se mete en guerras ideológicas. Entre otras cosas, porque no las necesita; ni le convienen. Su futuro depende de sí mismo y de sus correligionarios. Esto es, las guerras culturales en Madrid no van con él. Eso sí, le interesa que Feijóo triunfe; sobre todo, en la medida que Ayuso se contenga a lo que es Madrid. Ayuso no casa con Junts, con el PNV, con CC… Y CC ostenta la Presidencia. Y la seguirá ostentando. El PP en las islas nunca ha gobernado de primero, y no tiene pinta de que esto cambie. El PP es muleta parlamentaria en el archipiélago. Y esto lo sabe Domínguez. No está en Castilla y León o La Rioja, por ejemplo.
Si Feijóo gobernase, quizá a Domínguez le interese irse a Madrid a medio plazo. Todavía queda años para eso, si es que se abre ese melón. Por eso al de Tenerife le incumbe enarbolar un perfil discreto. Evitar entrar en las andanadas del ‘ayusismo’, ceñirse a la gestión que acompase a Fernando Clavijo y soslayar que el PSOE rompa el pacto. Y así, poco a poco, como el que no quiere la cosa, que se acerque 2027. Para entonces, a saber cómo está el rebumbio en la capital del Estado, si Carles Puigdemont habrá retornado a Cataluña y demás menesteres por esclarecer.
En Canarias la pugna principal es y será entre CC y PSOE. Bien mirado, un PP al alza tampoco le interesa a Domínguez, pues puede propiciar que CC pacte con los socialistas por eso de que los populares no crezcan demasiado, si tuviesen a Feijóo en La Moncloa. Domínguez no quiere plantar batallas innecesarias, y hace bien. Tiene que lidiar con incoherencias en su partido: con frecuencia los intereses peninsulares no son los de los isleños. Clavijo se lo recuerda. Y Domínguez se centra en lo que es: un vicepresidente que no anima rivalidades de egos con su presidente. Lo que a CC le agrada.
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