Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista. - Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista. - Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío. - Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre. Esta cita del pastor luterano alemán Martin Niemöller pone de manifiesto, la comodidad de la indiferencia.
En un mundo lleno de injusticias, conflictos y problemas sociales, muchas personas eligen “mirar hacia otro lado”, evitando confrontar realidades incómodas. Esta actitud, aunque pueda parecer inofensiva en el corto plazo, tiene consecuencias profundas en la sociedad, perpetuando la desigualdad, la impunidad y la deshumanización.
Muchas veces evitamos involucrarnos en situaciones problemáticas por temor a las represalias o al enfrentamiento. Es más fácil ignorar un problema que tomar acciones, especialmente cuando no nos afecta directamente. Normalizamos las injusticias.
Mirar hacia otro lado puede ser un acto momentáneamente cómodo, pero a largo plazo, contribuye al deterioro social, porque la verdadera transformación comienza cuando decidimos ver, actuar y no callar. Como dijo el filósofo Edmund Burke: "Para que el mal triunfe, solo es necesario que los buenos no hagan nada”. Históricamente, los grandes cambios sociales han surgido cuando las personas decidimos “no mirar hacia otro lado”. Desde los movimientos por los derechos civiles hasta las luchas contra la corrupción, la acción colectiva comienza con el coraje de enfrentar la realidad.
Hay un momento en la vida en que uno espera que alguien alce la voz, que alguien diga “basta”, que alguien se ponga de pie y defienda lo justo. Pero a veces, ese alguien no aparece, ello refleja una de las tragedias más amargas de la condición humana: “la indiferencia colectiva”. La indiferencia humana es uno de los mayores obstáculos para la justicia, la empatía y el progreso social. Pero ¿por qué tantas personas prefieren mirar hacia otro lado ante el sufrimiento ajeno? Las causas son complejas y arraigadas en la psicología, la cultura y las estructuras sociales.
Esa expresión tan cacareada -no es mi problema– muchos pensamos que, si la injusticia no nos afecta directamente, no es nuestra responsabilidad actuar, y si lo es, porque quienes callan creen que, si no se involucran, estarán a salvo. Pero la injusticia, cuando no se frena, siempre vuelve, la realidad es que el silencio siempre beneficia al opresor. Porque el silencio se convierte en complicidad.
Porque deshumanizamos al otro, es más fácil ignorar el sufrimiento cuando: vemos a las víctimas como diferentes (de otra raza, clase social, ideología, género, etc.). Además, culpabilizamos a quien sufre, nos alienamos con distracciones para no enfrentar realidades incómodas.
La indiferencia social, mirar hacia otro lado - es la actitud de desinterés, pasividad o falta de compromiso hacia los problemas, injusticias o necesidades de otras personas o grupos dentro de una sociedad y se manifiesta como una apatía colectiva frente a situaciones que requieren solidaridad, denuncia o acción, pero que son ignoradas por comodidad, miedo o egoísmo. No se trata de desafiar por desafiar, sino de elegir cuándo y cómo alinear tus acciones con tu verdad interior. Como escribió Erich Fromm: “La libertad no es la ausencia de compromisos, sino la capacidad de elegir aquello que nos compromete”, ..desde la acera de enfrente.
Ramón | Lunes, 31 de Marzo de 2025 a las 07:09:56 horas
Lo único serio e interesante que leo en esto. Las reflexiones de D. Gregorio.
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