
Más allá del ruido político, de los fallos logísticos y de las acusaciones cruzadas entre gobierno y oposición, el Carnaval de Telde 2025 logró su objetivo más importante: llenar de alegría, color y participación ciudadana las calles del municipio. Porque en definitiva, lo que da sentido a cualquier fiesta popular es la gente que la vive, y Telde ha demostrado una vez más que sabe celebrar.
Con un presupuesto de 230.000 euros, y aunque no exento de reprogramaciones y ausencias destacadas, el Carnaval mantuvo una notable afluencia en sus principales actos, especialmente en la Gala Drag Queen celebrada en el Auditorio José Vélez y en la multitudinaria Cabalgata. Aunque la emisión en directo anunciada inicialmente fue sustituida por una retransmisión en diferido, miles de personas vivieron intensamente esta cita, que volvió a posicionar a Telde en el mapa del carnaval canario.
El desfile de disfraces, las actividades para los más pequeños y la implicación de muchas escuelas de baile y colectivos vecinales permitieron que, más allá de cualquier detalle técnico o político, se respirara ambiente de carnaval. Y eso tiene un valor incalculable en un momento en el que lo que más necesita una ciudad es cohesión, participación y alegría compartida.
Sí, hubo ausencias. Sí, se suspendieron actos. Pero también hubo música, risas, disfraces, arte drag y muchas ganas de pasarlo bien. No se puede negar que hay margen de mejora —como en toda organización pública—, y que una fiesta de esta envergadura merece una gestión a la altura. Pero tampoco se puede invisibilizar todo lo que sí funcionó, ni despreciar el esfuerzo de quienes trabajaron, desde el ámbito técnico, artístico y vecinal, para que la fiesta saliera adelante.
Telde no necesita que su Carnaval sea perfecto, necesita que sea suyo. Que conecte con su gente, que saque a las familias a la calle, que motive a los jóvenes a participar y que cree recuerdos para niños y mayores. Y eso, a pesar de todo, se logró.
Es legítimo pedir explicaciones y reclamar más rigor en la gestión. Pero también lo es reconocer cuando, en medio de las dificultades, una ciudad responde con ilusión y ganas de vivir su fiesta. Porque el Carnaval, más que una programación cerrada, es un estado de ánimo. Y ese, en Telde, sigue muy vivo.
Ojalá que de las críticas constructivas nazca un Carnaval aún más sólido para 2026. Uno que aprenda de los errores, que se organice con tiempo, y que no sea rehén de la batalla política. Pero que, como este año, vuelva a poner a Telde a bailar.
























Mars | Miércoles, 26 de Marzo de 2025 a las 19:38:37 horas
"...un Carnaval que llenó de vida las calles de Telde"
Yo mejor diría que Un Carnaval que llenó de orines y botellones el Patrimonio Histórico-Cultural de Telde". Siga bailando, Sr. Peña, que Telde sigue igual, cuesta abajo y sin frenos.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder