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Primera Plana

Mauricio y el 2000

Columna de Rafael Álvarez Gil

RAFAEL ÁLVAREZ GIL Sábado, 22 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura: Actualizada Sábado, 22 de Marzo de 2025 a las 07:33:50 horas

Cuando la campaña electoral del 2000, José Carlos Mauricio jaleaba al voto nacionalista canario para que José María Aznar no lograra la mayoría absoluta y justo CC fuese la llave de gobierno. Entonces la discusión era si el PP obtendría o no esa mayoría absoluta. El propio Aznar fue contenido porque ya tuvo la experiencia de 1996 cuando hizo una campaña a bombo y platillo de un gran resultado en las urnas que le esperaba y, por el contrario, la noche del recuento fue aquello que dijo Felipe González de qué amarga [Img #1017475]victoria y qué dulce derrota. Por tanto, Aznar (que aspiraba a revalidarse en el poder) optó (y con razón) por la prudencia. El PSOE de Joaquín Almunia y la IU de Francisco Frutos sabían que no iban a ser los más votados e hicieron su táctica pensando en, al menos, evitar la consabida mayoría absoluta de los populares. Dicho en plata, que el PP no alcanzase las 176 actas en la Cámara Baja.


Mauricio reclamaba no dejar todo en manos de catalanes y vascos. Que al PP, solo con CC, le bastaría. Al final, Aznar mejoró resultados y, desde luego, tuvo su mayoría absoluta. Fue en marzo del 2000. Los escaños de CC (cosechó 4; 2 por provincia) no eran, por consiguiente, imprescindibles. Sin embargo, Aznar quiso contar con CC y CiU. Es verdad que después el presidente del Gobierno descabalgó en un poder sobredimensionado que le alejó de la visión territorial plurinacional que sí había respetado en su primera legislatura, porque no le quedaba otra. Pero quiso también en la segunda pactar con CC; esa fue su intención inicial. 


¿Razón? Sabría que su partido, antes o después, volvería a necesitar a CC y CiU. Contar con el PNV, por aquellos años, con ETA viva y coleando, era harina de otro costal. Mas el PP asimismo se entendió con el PNV en 1996 y alentó la tregua negociadora con ETA, aprovechó (lógicamente) la ocasión.


Detrás de Mauricio estaba el empresariado canario. No era una burguesía como tal, al uso, industrial, como la catalana y vasca, pero sí un elenco de empresarios vinculados especialmente al turismo; eterno monocultivo de la economía isleña. En Madrid había, y hay, intereses que defender. Aquello funcionó. Todo esto sobrevuela en el presente cuando el nacionalismo canario está en fase de reconfiguración. Pero todavía no se sabe en qué dirección definitiva irá. Si Junts está sujetando por completo la política estatal, ¿qué no podrían lograr cuatro escaños nacionalistas canarios en el Congreso de los Diputados?

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